Blogia
kuentoschinos

laborales

PAN Y ROSAS

PAN Y ROSAS
“Nuestras vidas no serán explotadas desde el nacimiento hasta la muerte;/ los corazones padecen hambre, al igual que los cuerpos/. ¡Pan y rosas! ¡Pan y rosas!”.- Así rezaba el final de una canción popular que a principios de 1912 hizo famosa un grupo de obreras textiles de una fábrica de Lawrence (Masachusets). Ellas querían el pan, en forma de un salario justo, pero también las rosas que representaban su dignidad. Mujeres humildes que se organizaron para plantar cara a la explotación de la que eran objeto. Mujeres calificadas de revolucionarias que pertenecían a una saga de trabajadoras anónimas que combatieron por sus derechos laborales en una sociedad patriarcal y opresora con el género femenino.
Un siglo después otro colectivo mayoritario de mujeres, esta vez aragonesas, reclama su dignidad en forma de pan y rosas. Limpiadoras de los Hospitales y centros sanitarios aragoneses que optan por no resignarse como dóciles borregos. No pretendíamos ser un símbolo. Únicamente salvaguardar nuestro salario y nuestros puestos de trabajo. Pero tanto orgullo obrero femenino está sacando de quicio a más de uno. La administración dice que no es problema suyo pese a que las nóminas se pagan con dinero público. Hacen oídos sordos a los abusos y tropelías de las empresas contratadas, a sus incumplimientos, a las reiteradas vulneraciones de los derechos laborales y de huelga. La Consejería y la propia presidenta Rudi dicen ser equidistantes en un conflicto complicado que ya dura casi un mes y aún no tiene visos de arreglarse. A causa del desamparo institucional, la vida de estas limpiadoras se ha transformado en el argumento de un escalofriante thriller con desalojos policiales, forcejeos con secretas o seguridad privada contratada por las empresas, huelgas de hambre, ocupaciones de las sedes del gobierno de Aragón y la Consejería de sanidad, despidos aleatorios "disuasorios", cajas de resistencia solidarias, protestas ruidosas y multitudinarias... Y como a las obreras de 1912, el establishment nos acusa de "hacer causa política". Solo queríamos garantizar el pan de la familia en estos duros tiempos. Proteger el convenio colectivo de una reforma laboral que no atiende a criterios económicos. Pero nos dimos de bruces con una ideología que no siente respeto ni por nuestra condición, ni por nuestro sexo. Para sorpresa de todos, las humildes limpiadoras, desempolvan los cañones de Agustina dispuestas a resistir el sitio neocon. A no reblar ante el ninguneo o la calumnia, las amenazas y las coacciones. Ante los que nos acusan de insolidarias por no doblar la cerviz como ya lo hicieron otros. Los que planean explotarnos doblemente por ser mujeres y obreras. Esos que quieren robarnos la dignidad de las rosas.

¡SÍ SE PUEDE!

¡SÍ SE PUEDE! Sumergidas en una huelga indefinida después de veintiún días (con tres personas en huelga de hambre desde hace seis) A pesar de haber sido acusadas de vandalismo o haber padecido todo tipo de estrategias propagandísticas o intimidatorias por parte de las empresas. Después de tres despidos injustificados con el único fin de escarmentar al populacho. Las limpiadoras de los centros sanitarios de Aragón creemos que sí se puede. Creemos (porque lo experimentamos) que la unidad sindical es posible, la asamblea de trabajadores soberana y la dignidad obrera una obligación ineludible. Creemos en la solidaridad de los ciudadanos y ciudadanas aragoneses que nos trasmiten calor de mil formas y maneras. De las asociaciones de barrios. De los grupos parlamentarios de la izquierda aragonesa que nos mostraron su apoyo en las Cortes en el último pleno. Del 15-M y las Mareas ciudadanas. De los trabajadores de otros colectivos que nos donan un día de paga para reforzar la caja de resistencia. De los articulistas y periodistas de esta noble tierra que se decantan toreramente por nuestra pequeña rebelión de las escobas. Tantos gestos de afecto, tanto cariño, que solo podemos sentirnos orgullosas de la gente de esta tierra. Creemos (aunque parezca suicida para el predestino neocon que traza el lado oscuro) que la hermandad entre los trabajadores es la clave para poder defenderse de quienes quieren degradar los derechos laborales. Creemos que sí se puede. Somos solo un colectivo compuesto mayoritariamente por mujeres de clase humilde. Madres de familia que se ganan el pan para sus hijos. Pero sin querer, hemos formado una tormenta perfecta. Un irreductible reducto de resistencia femenina. La cola de ratón que osa sacar las zarpas del león. Aún no sabemos el desenlace que tendrá nuestra lucha. Pero sea el que sea, nos sentiremos satisfechas de haber plantado cara. Gracias a todas y a todos que, como nosotras, creéis que sí se puede. Mil quinientos abrazos fraternales. Y ya me perdonarán los desatinos, pero seis días de hambre, no ayudan mucho a las neuronas. Salud y mucha fuerza. Como dijo el filósofo, ¡Juntos somos invencibles!

CON EL DIABLO EN EL CUERPO

CON EL DIABLO EN EL CUERPO
Estos últimos días me siento rara (más de lo habitual). A ratos, pierdo la consciencia pacifista y hippie que me caracteriza y un ente oscuro e iracundo me susurra locuras al oído.
Ya empezaba a creer que sufría un brote esquizofrénico cuando me enteré por la prensa que el arzobispado madrileño buscaba exorcistas desesperadamente. Según explican los monseñores, es tan grande la demanda social que no dan a basto con la plantilla corriente. Parece ser que el Maligno ha desatado sus huestes okupa-demoniacas y una plaga de posesiones diabólicas asola nuestra patria. Algo de razón no les falta. Una ciudadanía necrosada para la esperanza ( sin trabajo, sin libertad, sin futuro) es susceptible de pasarse al lado oscuro y experimentar mutaciones espeluznantes en su comportamiento. Por ejemplo: Toda esa gente que antes yacía aborregada e impasible en su sofá y ahora se lanza a las calles reclamando derechos sociales, laborales o cualquier otra aspiración demócrata-satánica. Endemoniados hasta el tuétano, sin duda. Igual que esas limpiadoras aragonesas que se han puesto en pie de mocho a defender su convenio con una huelga indefinida, como en los viejos tiempos. ¡Con la que está cayendo! Tienen que estar poseídas. Porque sino no se explica que osen plantarle cara, a pecho descubierto, a un sistema que no titubea un segundo en aplastar el mínimo germen de rebeldía.
Al demonio, en este caso, podemos llamarle Dignidad. Y los exorcistas deberían saber que es una clase de alien difícil de exorcizar.
Una vez instalada en tu cuerpo, la Dignidad transforma la personalidad del ocupado. Lo vuelve inmune al desaliento. ¡Qué vayan preparando legiones de exorcistas!. Porque este mal, además es contagioso. Y ferozmente resistente al agua bendita, a los crucifijos y a las maquiavélicas jugarretas patronales.
Puede que la cabeza no nos de vueltas como a la encantadora niña del legendario thriller. Pero notamos como nos corre el orgullo obrero por las venas y nos sentimos poderosas como Arcángeles Caídos.¿ ¡Va de retro!?. ¡Ni de coña!

Dedicado a mi querido amigo Antonio Aramayona

CERRADO POR HUELGA

CERRADO POR HUELGA

DESENMASCARNADO A LA PATRONAL

DESENMASCARNADO A LA PATRONAL
ASPEL es una de las dos principales asociaciones que representan a la patronal en el conflicto que mantiene con los trabajadores de limpiezas sanitarias por la firma del convenio. Los graves desencuentros en las negociaciones, han derivado en una huelga indefinida de limpiezas en toda la sanidad pública aragonesa que ha sido votada, de forma asamblearia, en cada provincia y ciudad de la comunidad. Cuando escribo esto, ya estamos en el cuarto día de huelga y no paramos de poner denuncias por acoso y persecución a los trabajadores, vulneración del derecho a la huelga, amenazas de despido, negación de los derechos laborales y esquirolaje. Además, las empresas están intentando confundir a la opinión pública con argumentos falsos para desacreditar la justicia de nuestra reivindicación y echarnos encima a la opinión pública. Pero como la verdad es demostrable, y un libelo pagado solo es un libelo, tenemos la obligación de desenmascarar las afirmaciones que han vertido en él.
1- La negación a darle ultraactividad al convenio que estamos negociando. Si no firman esto, cualquier cosa que quedara recogida en el acuerdo sería susceptible de desaparecer porque no estaría garantizado que las empresas, a los pocos meses, se descolgaran unilateralmente del convenio y nos enviaran al estatuto de los trabajadores. ( Ya manifestaron en nuestra última reunión en el SAMA que aplicarían la Reforma Laboral, simplemente, porque podían hacerlo)
2-Que no es verdad de ningún modo que el personal de las contratas de limpieza disfrute de mejores condiciones económicas o sociales que los estatutarios. La rebaja salarial que se efectuó a todos los trabajadores del SALUD a mediados del 2010, también se aplicó a nuestras nóminas desde la misma fecha. Y si bien, los sindicatos ganaron en el Supremo la devolución de estos descuentos (por haberse saltado las empresas un protocolo elemental) los trabajadores hemos renunciado voluntariamente al cobro de dichos retrasos porque entendemos que no correspondía con la equiparación que marca el convenio
3- En cuanto a la paga extra de diciembre del 2012, fueron las empresas quienes unilateralmente y en plena negociación decidieron pagarlas con el único propósito de que quedáramos desequiparados y deslegitimar el espíritu de nuestro convenio. La parte social puede aportar actas de numerosas reuniones con la patronal en la que se le ofrece la devolución de dicha paga.
4-Respecto a los descuentos en las IT´s, la parte social se aviene a que se le sea aplicada en la misma forma y medida que al personal de su categoría del SALUD. Incluso devolviendo el importe de esos descuentos que no se aplicaron desde noviembre del 2012.
4- La patronal no quiere concretar un número de trabajadores fijos en cada centro, ni sustituir a los que se jubilen o estén situación de incapacidad. Las plantillas irán mermando paralelamente a la buena prestación del servicio de limpieza. A menos trabajadores, más explotación y menos limpieza en los Hospitales
Evidentemente, sí peligran nuestros derechos laborales y puestos de trabajo. Pero dicen bien al recalcar que la huelga no está motivada por cuestiones económicas. El dinero lo ponemos nosotros encima de la mesa para mantener la equiparación con los trabajadores del SALUD que marca nuestro convenio colectivo. Millones de euros que no han sido reclamados a las empresas.
Un aumento de jornada de más de cien horas por trabajador. La devolución de la paga extra y descuentos en IT´S. Un dineral que no les parece suficiente para firmar el convenio en los términos de equiparación que ya teníamos. Es una huelga limpia y digna que se está ensuciando con panfletos malintencionados y "sospechosas" acusaciones de sabotaje mientras el Consejero Oliván (que paga este servicio con dinero público) permanece impasible el ademán mientras todos los centros sanitarios se llenan de porquería. ¿De verdad que no somos su problema? Yo creo que sí.

UNA HUELGA LIMPIA

UNA HUELGA LIMPIA

A pocas horas de escribir estas líneas, comenzará una huelga indefinida de limpieza que afectará a todos los hospitales y centros sanitarios de la comunidad aragonesa. A pesar de las cesiones económicas o de aumento de jornadas que los trabajadores hemos aceptado, la insaciable patronal (representada por las asociaciones, Aspel y Asoal) ha manifestado su inexplicable voluntad de aplicar la reforma laboral al convenio colectivo, recortar plantillas y precarizar nuestros derechos laborales. La Consejería del SALUD es la última responsable de la caótica situación que se va a originar en la limpieza de la red sanitaria. Pero como el Ebro al pasar por el Pilar, el Consejero Olivan prefiere guardar silencio. El origen de ese silencio puede estar motivado por la imposibilidad de explicar a la opinión pública por qué, un servicio que se paga con el dinero de todos, es gestionado por unos particulares con ánimo de lucro que no se frenan en destruir empleo y perjudicar la calidad de la limpieza sanitaria. Si en verdad persiguieran un ahorro efectivo, lo suyo sería recortar a los intermediarios. Es decir, a las subcontratas de limpieza. Más de un 40% haciendo una estimación a la baja. Pero evidentemente, eso les importa un bledo. Vamos a la huelga porque nos empuja la irracionalidad de una administración que aplica criterios ideológicos en su política de recortes
Los 1.500 trabajadores que hemos votado asambleariamente esta huelga indefinida no somos mini-barcenas sr. Consejero. Somos mujeres y hombres que hemos luchado durante décadas por unas condiciones laborales dignas y no estamos dispuestos a que nos las arrebaten sin presentar batalla. Será una huelga dura y larga. En muchos hogares es el único salario con el que se cuenta porque el resto de los miembros está en paro. Pero también será una huelga solidaria, con cajas de resistencia y el calor humano de miles de aragoneses que sabemos que nos apoyan. Nos enfrentamos al rodillo insensible de una política sucia, poco clara, que pretende pasar por encima de las personas y la lógica económica. ¿Y quién mejor que nosotros, los especialistas en asepsia, para limpiar con lejía tanta roña y porquería? Nuestra huelga es una huelga limpia y justa. Y aunque parezca una lucha desigual, van a encontrarse una resistencia numantina.
No pasarán o tendrán que hacerlo por encima de todos nosotros y de nuestras familias.

CUIDADO CON LA COLA DE RATÓN

CUIDADO CON LA COLA DE RATÓN
El mundo laboral asemeja un campo de batalla en el que los derechos yacen mutilados víctimas de un inmisericorde bombardeo. Expuestos a la vista de la desorientada clase trabajadora. Con las tripas al aire, para que aprendamos. Para que asumamos que nos han reventado las defensas y que ahora, completamente inermes, somos sus prisioneros. Una vez sembrado el miedo entre las tropas proletarias, a ver quién es el guapo que osa reclamar su pisoteada dignidad laboral. Si te pones muy chulico, seis millones de parados pasarán a ser tus nuevos compañeros de agonía. Es lo que hay- farfullan los resignados- Si te resistes es peor. Como en una violación. Entonces, ¿debemos darnos por jodidos? Servidora pertenece a un humilde colectivo, el de los trabajadores de la limpieza sanitaria de la comunidad aragonesa, que podría considerarse la cola de ratón de un sistema gobernado por criaturas feroces. 1.500 limpiadores/as que hemos optado por luchar por nuestro convenio a pecho descubierto. Decididos a no dejar que dinamiten lo que tantos conflictos, sudor y lágrimas nos costó conseguir. Nadie nos regaló nada. Que no esperen que nos lo dejemos arrebatar sin plantar batalla. A veces los ratones tenemos estas cosas. Nos venimos arriba, nos creemos leones y hasta podemos provocar estampidas de elefantes. Un enemigo pequeño puede ser muy peligroso. 1.500 ratoncitos organizados solidariamente en la justa defensa de su convenio colectivo daremos mucha, mucha guerra. Nosotros, sí pensamos resistirnos.

MI CABEZA, LO QUE SE DICE ADORNAR, NO ADORNA NADA.

MI CABEZA, LO QUE SE DICE ADORNAR, NO ADORNA NADA.
Me lo veo venir. Dentro de nada, las cabezas de muchos sindicalistas adornarán las regias mansiones del empresariado patrio. Lucirán en sus paredes, sobre sus marmóleas chimeneas. Truculentos trofeos que demostrarán de quién es la victoria final sobre esa incordiante cosa llamada lucha obrera. Y lo mejor es que la cacería no les habrá costado ni un cartucho. El gobierno y los líderes empresariales (acompañados del orfeón mediático de linchamiento sindical) han ido tendiendo las redes de la insidia y el desprestigio. Solo hace falta que la ciudadanía caiga en la trampa como un gazapo lerdo y les entregue en bandeja las cabezas de los proscritos. ¡Menudo chollo! Desahuciados definitivamente los sindicatos del escenario, el mundo del trabajo será un
safari-park donde las relaciones laborales se resolverán a tiro limpio. O mejor dicho, con fuego a discreción contra cualquier germen de rebeldía que pueda romper el nuevo contrato social que nos ofrecen: la esclavitud. Comparto que las organizaciones sindicales necesitan una regeneración profunda. Pero el sindicalista de trinchera que intenta frenar a cuerpo la brutal ofensiva que sufrimos en las fábricas, en las minas o en cualquier otro puesto de trabajo, no es el enemigo. En realidad es nuestro único aliado y, destruirle, no parece muy inteligente. Aunque claro, también puede ser el argumento pobre de una pobre clase obrera que un día llegó a clase media por la gracia de dios. O eso deben pensar ellos. Una clase trabajadora compuesta por gran cantidad de gente que pasa de la afiliación y de mojarse, alérgica a las huelgas y de mentalidad pequeño-burguesa y algo reaccionaria. Definitivamente, ser sindicalista no es muy popular en estos días. Supongo que terminaremos fundando logias secretas en oscuras catacumbas donde honraremos los textos de los difuntos convenios colectivos que cayeron con nosotros. Acariciando sus lomos enlutados con crespones. Repasando con dedos trémulos los finados derechos articulados en sus páginas. Rompiendo a llorar, con llanto quedo, para que nadie nos oiga. No sea que nos capturen y nos corten la cabeza.

¿FRACASADOS O CANALLAS?

¿FRACASADOS O CANALLAS?
Después de estar los últimos días sumergida en la vorágine surrealista que acarrea el convenio colectivo que estamos negociando con nuestra patronal (siempre desde mi óptica de sindicalista minoritaria a pie de trinchera enlodada por la reforma laboral) solo me faltó la puntilla de tener que oir las declaraciones de Rosell en el programa de Évole para pasar al modo cólera. El presidente de la CEOE los tiene "cuadraós", el tío. Debe ser algo inherente al cargo porque, ¿cómo olvidar a su ejemplar antecesor Díaz Ferrán? Ese adalid empresarial que nos recetaba trabajar más y cobrar menos. El mismo que ahora se va a tener que enfrentar a una pena de 16 años de cárcel por los delitos de alzamiento de bienes, insolvencia punible y blanqueo de dinero.
Sus trabajadores, efectivamente, trabajaron un montón sin ver una nómina. El genial ex-presidente tenía la clave para que sus representados pudieran ser más ricos pese a la crisis: la esclavitud. No es que sea un sistema novedoso. Pero la puñetera lucha proletaria había consolidado unos derechos laborales que se interponían a ese oscuro objeto del deseo de la gran patronal.
Porque es a ellos, a los grandes empresarios, a los que representa verdaderamente la CEOE. El propio Rosell lo admitía tácitamente en la entrevista al reconocer que existían muchas trabas para los emprendedores y las PYMES. ¿Por qué no emplean la misma energía e influencias institucionales para solucionarlas que las usadas para introducir la reforma laboral? La respuesta es evidente: éstos no interesan. La CEOE tiene inclinación por otros peces más gordos.
Poderosos escualos que se aprovechan de unas leyes diseñadas para el crimen financiero que les permiten deslocalizar empresas y radicarlas en paraisos lejanos a salvo del fisco nacional. Son los que van de patriotas y llevan la marca España por montera. Rosell lo sentenció este domingo con un aplomo envidiable. Lo hacen porque pueden. Porque ninguna voluntad política es lo suficientemente fuerte, o está interesada, en evitar que esto suceda.
Dice Rosell que un despido es un fracaso. ¡Qué canalla! ¿No auguró el estrepitoso fracaso que traería la reforma que dictaron al oido del gobierno? ¿Désde qué lógica endiablada facilitar el despido puede ayudar a crear empleo? Que se lo diga a la cara a los seis millones de fracasos que corren a su cuenta.
Una vez que vencí las arcadas que me provocó la sobredósis de cinismo que rezuma el personaje, tuve una reflexión lúcida: Somos nosotros o ellos. Esta casta envilecida no quiere medias tintas. Están engrasando los grilletes a la par que saquean el estado. Y el gobierno es de los suyos, por eso les pone alfombra roja. ¿Acaso les extrañaría que un indulto evitara que Díaz Ferrán acabara siendo carne de presidio? A mí no. Pero les juro que, si esto sucede, me plantearé muy seriamente darme de baja de esa patria representada por unos tiburones que lucen la marca España en el colmillo. Palabra de proletaria encabronada.

¿ A QUÉ HUELE LA PRIVATIZACIÓN ?

¿ A QUÉ HUELE LA PRIVATIZACIÓN ?
Ahora, gracias a los trabajadores de la limpieza de los centros sanitarios de Alicante, ya sabemos a qué huele la privatización. Un nauseabundo olor a basura reina en el que debería ser un aséptico escenario. Las plantillas, que llevaban varios meses sin cobrar, emprendieron una legítima huelga para reclamar sus salarios. Pronto, todos los centros afectados parecían los decorados de The Walking Dead. El dinero público con el que se paga a las subcontratas llega mal y tarde de la administración y las empresas, al márgen de su solvencia y de sus anteriores y pingües beneficios, se escudan en ello para no pagar las nóminas de los empleados. En su función de meros intermediarios (que rentabilizan cada euro de dinero público escatimando en materiales y personal), sienten que su responsabilidad acaba cuando se cierra el grifo de la abundancia institucional. Los trabajadores se quedan indefensos, en tierra de nadie, obligados a realizar una huelga impopular entre los usuarios que, agobiados por las consecuencias, no alcanzan a entender la desesperación que les motiva. Privatizando, privatizando, se va dejando una estela hedienta de podredumbre por doquier. Leo por ahí que ha saltado la alarma en los servicios de urgencias por la cantidad de ulceras agusanadas que presentan algunos pacientes, especialmente los más ancianos. Al parecer, las causas podrían estar en la privatización y los recortes que sufren muchos geriátricos y residencias. Estas llagas requieren un cuidado extremo que, debido a la merma de personal, no pueden recibir. El resultado son unas heridas que no se curan, plagadas de gusanos, que no se veían en nuestro país desde la postguerra.
Así que no hay duda. La privatización viene envuelta en una aura de miseria y pestilencia. Un tributo social necesario para que engorden los bolsillos de unos particulares. También trae un fuerte efluvio a fraude y corrupción, más sutil pero igual de irrespirable.
Suerte que los profesionales de la limpieza no reblamos por repugnante que sea la suciedad a la que debemos enfrentarnos. ¡Ánimo compañeros! Si alguien sabe como hay que tratar a la basura, esos somos nosotros.

REFUNDEMOS EL SINDICALISMO

REFUNDEMOS EL SINDICALISMO
Cuando comencé a trabajar de limpiadora, con apenas dieciocho años, las condiciones laborales eran poco menos que esclavistas. Mis compañeras eran mayoritariamente mujeres de extracción social muy humilde. Muchas capitaneaban familias uniparentales y debían lidiar solas con la educación y el sustento de su prole. Si eres mujer y pobre, la vida tiende a ensañarse con más crueldad, es un hecho. Sin oportunidades para la formación, el analfabetismo era habitual en nuestro gremio. Algo que era visto como una cualidad por el patrón que no quería marisabidillas enarbolando sus fregonas. La precariedad y el miedo a no poder llevar el sustento a casa, unido al desconocimiento de sus derechos, les proporcionaban trabajadoras más dóciles y maleables.
En esos tenebrosos tiempos, en los que las coacciones y amenazas formaban parte del protocolo empresarial, me decidí a ser sindicalista. Fueron años emocionantes en los que mi gente me mostró la grandeza de un espíritu solidario y combativo. Aprendí más en las trincheras, codo a codo con estas regias luchadoras, que escuchando las disertaciones de los eruditos en cualquier remota aula. Sindicatos y trabajadores, como un solo bloque, conseguimos remontar la penuria y dignificar nuestros empleos. El año pasado, tras pasar una década en barbecho, volví al sindicalismo. Me encontré un escenario de desconfianza hacia todo lo relacionado con los sindicatos. Una insidia anti-sindical que la rampante derecha ha difundido entre la clase trabajadora con el único propósito de mantenerla cautiva y desarmada ante los intereses patronales. Es cierto que los sindicalistas no somos ángeles. Muchas veces nos equivocamos y erramos la estrategia. También es verdad que algunos representantes de los trabajadores ensucian la confianza que han recibido sacando provecho de su posición. Para éstos, ni agua. Cada cual deberá limpiar su casa sindical de alimañas y chupócteros si quiere recuperar la credibilidad. La época que atravesamos requiere compromiso y transparencia. Pero lo que es obvio es que necesitamos estructuras sindicales para defendernos de la ofensiva del capital. Lo que ahora han derrumbado a cañonazos, lo construimos entre muchos con sangre, sudor y lágrimas. Los sindicatos obraron un papel indiscutible pero, sin el apoyo de la gente, no hubieran conseguido nada. A pesar de que sus sombras también me decepcionan y desearía unos sindicatos más beligerantes, honrados y posicionados a la izquierda, no creo que sea buena idea tirar toda la casa porque tiene una gotera. Lo suyo sería reformarla. Pues eso, manos a la obra. Refundemos el sindicalismo.

Ritmos de Resistencia & blackies (14-N)


Por algo Buñuel y Goya nacieron en esta tierras. Nos va lo marciano y lo absurdo.

¡HATAJO DE VAGOS!

¡HATAJO DE VAGOS!
Menos mal que el gobierno está decidido a acabar con el hatajo de defraudadores y canallas que han originado esta crisis. Ya saben, esa cuadrilla de vagos y maleantes que succiona la ubre pública con avidez lobuna y que no quieren dar un palo al agua. ¿O es que acaso pensaban que los más de cinco millones de parados lo están porque no encuentran trabajo? De eso nada. Los muy gandules no se esforzaban en buscar para poder vivir a cuerpo de rey con las generosas ayudas de 400 euros para parados de larga duración ¡Qué perros! Pues que se vayan enterando que se les va a cortar el rollo. El que pretenda cobrar este sueldazo tendrá que demostrar que ha estado buscando empleo activamente los últimos 30 días. ¿Que cómo? Oigan miren, si nos vamos a poner a a analizar los detalles nos abstraemos de lo verdaderamente importante: que cobrar este subsidio sea prácticamente imposible. Porque a esta condición añadimos que el perceptor-a deberá formar parte de una unidad familiar cuyos ingresos, divididos entre todos sus miembros, no supere los 481 euros por cabeza. Y que no digan que el gobierno no es rumboso. A los parados en cuyos hogares no entran más dineros y que tengan tres familiares a su cargo, se les concede un aumento de 50 eurazos. Alguno dirá que 450 euros para mantener al cónyuge y dos hijos es una ayuda baladí. Todo es cuestión de saber administrarse y no caer en veleidades vetadas a su descastada posición social, como comer todos los días o tener unos zapatos. Sí, todo esto está muy bien. Aunque muchos habrían preferido que empezarán en recortar privilegios en otros estratos más adinerados. Pero por algún sitio hay que empezar. Y, como tenemos por costumbre últimamente, resulta más fácil y mucho menos comprometido machacar a los débiles que enfrentarse a los poderosos. ¡Dónde va a parar! Si los pobrecicos apenas oponen resistencia al desfalco. Quitando a cuatro desarrapaós que se rebelan como Sánchez Gordillo y compañía (y de su descrédito ya se encarga la idiocia mediática) robarnos el estado de bienestar ha sido un paseíto militar. Una última pregunta para la ministra de Empleo: Señora Báñez, ¿tiene pajolera idea de dónde carajo se esconde el empleo que los parados tienen que buscar? Usted que, como ya sabemos, tiene línea directa con la vírgen del Rocío, ¿no podría pedirle que nos diera alguna pista o que obrara algún milagro?

LA ESPAÑA NEGRA Y EL ARCO IRIS

LA ESPAÑA NEGRA Y EL ARCO IRIS
Las mujeres de los mineros encerrados a 3.000 metros de profundidad en el pozo de Santa Cruz (León) han escrito una carta al presidente Rajoy. Apelan al corazón y la conciencia de un gobierno que no parece entender nada de derrumbes y no quiere oír hablar sobre rescates. A menos que el objeto del mismo sean las entidades financieras.
En un sector tradicionalmente masculino, las mineras tuvieron que pelear en un entorno machista para ganarse la igualdad laboral y el respeto de sus compañeros. Ya sea como trabajadora, madre, esposa o hija de mineros, la mujer siempre ha estado vinculada a los infortunios de la mina. Penélopes irreductibles en espera de que su particular Ulises emergiera cada día de las entrañas de la tierra. Hembras corajudas que no dudaron en descender a los oscuros pozos para cambiar el carbón que arrancaban a la tierra por un plato de comida para sus familias.
Ahora son protagonistas de otra lucha por defender su dignidad y su sustento. Participan activamente en los encierros y las barricadas porque saben que, sin la mina, la vida de sus comarcas irá languideciendo hasta la muerte.
Estas mujeres recuerdan a Rajoy que no es dinero gratis lo que solicitan. Lo que piden es trabajo. Un trabajo duro y peligroso para el que nadie propuso alternativas. Sugieren al presidente que baje a visitar las explotaciones. Que mire de frente a las tiznadas caras de sus trabajadores para explicarles que, por el bien de España, es preferible alimentar la hambruna de los buitres bancarios a ofrecer expectativas de futuro a los mineros de Asturias, Aragón o El Bierzo.
Pero este gobierno tiene la entraña negra. Mucho más que el carbón que se extrae con tanto sufrimiento. Y no son los únicos. También hay ciudadanos cicateros que, lejos de entender el conflicto como propio, se lamentan porque no son ellos quienes reciben subvenciones o no pueden jubilarse anticipadamente. Son gente mezquina y poco inteligente, con el corazón tan negro como el del gobierno, que nunca peleará por sus derechos ni tiene idea de las enfermedades y penurias que conlleva el oficio de minero. Estos sí que son la España negra. La que tiene envenenada el alma por el grisú de la insolidaridad y la miseria moral. Esa que ni respira ni nos deja respirar.
Este domingo acudí con mi familia a recibir la llegada a Zaragoza de la Marcha Negra. Nos fundimos con ellas y con ellos en un oceano de lágrimas y abrazos. Todos éramos mineros. Todos hermanos. Una marea multicolor entonando aquella vieja canción de Labordeta "Somos como esos viejos árboles". He de confesar que al llegar a la estrofa que dice-Tiempos que tragan en su entraña esa gran utopía que es la Fraternidad- rompí a llorar desconsoladamente. Pero les juro que, por un breve instante, me pareció que el arco iris bailaba entre el llanto emocionado de los asistentes. No fue un espejismo. Esa España de luz y de color también existe.

YO NO MALDIGO MI SUERTE

YO NO MALDIGO MI SUERTE
No es un camino de rosas ni de flores. Nuestra deriva social es un agónico descenso a los infiernos por un sendero alfombrado de brasas incandescentes. Con los pies desnudos a ser posible, para más inri. Esta es mi percepción del panorama cuando clavo mis extremidades inferiores en la tierra para observar lúcidamente el hundimiento del sistema. Menos mal que siempre que toco tierra, aunque sea en arenas movedizas, algún resorte en mi espíritu dispara el relé del vuelo libre y consigo zafarme de la abrumadora realidad. Me conmueve ver como mis amigos, mi familia, mis compañeros de trabajo y de sindicalismo, incluso yo misma en ocasiones, nos lamemos las heridas infringidas en el remoto rincón donde la desesperanza nos mantiene retenidos. Pero la actualidad camina fuerte, como una apisonadora de injusticia sobre nuestros más negros temores. No solo los peores se confirman, los augures entonan coplas apocalípticas que superan las expectativas más cenizas. No obstante, ya me perdonarán que no me resigne al descabelle. Mi instinto de supervivencia berrea encabritado. Vamos, que el cuerpo me pide que presente batalla ante esta Gran Estafa, que no me rinda. Y en esas reflexiones andaba el otro día cuando vi cómo expulsaban a los mineros del Congreso. Por mal comportamiento, ¡mandan gónadas sexuales!. Doscientos milloncejos tienen la culpa. Ya me dirán qué es eso para un estado que inyecta miles de millones a tontas y locas de la Bankia, perdón banca, privada. Para este gobierno están primero los bancos que las personas, algo que también comprueban los mineros en sus apaleadas carnes. Pero ojo con estos tipos de corazón forjado a pico y barrena. Son gente bragada que no se arrugó ni en los tiempos del Criminalísimo. No parecen dispuestos a esconderse bajo las faldas de una mesa camilla (como el señor Presidente cuando la cosa se pone fea). Van a presentar batalla.
Ignoro por qué, cuando fueron desalojados, los congresistas de izquierdas se limitaron a ofrecerles un afectuoso aplauso. Lo suyo hubiera sido que los sacaran a hombros y por la puerta grande al grito de: ¡todos somos mineros!. Pero desisto de analizar la tibia respuesta que la izquierda convencional está ofreciendo al aluvión de agresiones sociales. Por mi parte, prefiero tomar de referencia a los mineros. Dejar de maldecir mi suerte para montar barricadas contra los filibusteros, mentirosos, chulescos y desalmados que pretenden robarnos el pan y la alegría. ¿Saben lo que de verdad me espanta? Perder la esperanza en que otro mundo más justo es posible y necesario. Renunciar a luchar por él. Permitir que se me enfríen las entrañas.

LA FACHADA NACIONAL

LA FACHADA NACIONAL

El 1 de mayo me pasé la mañana saltando de una manifestación a otra para poder hablar con los amigos. Por alguna razón que mi cabecita no entiende, los sindicatos de izquierdas no marchamos juntos este día. Mi corazón libertario nunca ha sido amigo de abrazar ninguna sigla ni de formar parte de cualquier club que ose aceptarme. Y aunque es cierto que mantengo un vínculo añoso con la CGT, la actividad sindical me ha enseñado que los mayores logros son fruto de la fuerza de la unión. Es más lo que nos une que lo que nos separa, no debemos olvidarlo. Sobre todo en este momento histórico que deja a la clase trabajadora inerme al abuso y la explotación. Dividir la resistencia no es inteligente. No hay lugar para ejercer ese narcisismo ideológico en el que se enrocan algunos arguyendo no querer contaminar la pureza de sus estatutos. Si perdemos la contienda, estamos perdidos todos. Así de simple. Y así lo entiende también la fachada nacional que, desde sus púlpitos mediáticos, hinca el diente a las desangeladas filas sindicales. Hay que ver cómo se nos desconjonan relatando que, a pesar de la somanta recibida, la case trabajadora responde poco y mal en la calle a tamañas agresiones. Cómo caricaturizan las movilizaciones dibujando unos líderes obreros zafios y gañanes que solo persiguen mantener su status buro-sindical.
Ellos, los de la fachada nacional, no se andan con tantos remilgos para aglutinarse. Siempre han sabido silenciar sus odios intestinos para presentar un frente inquebrantable. A la derecha le reune la víscera depredadora que, a la vista está, es mucho más resolutiva que la reflexión intelectual en la que se dispersa la izquierda. La ofensiva que tenemos encima tampoco tiene matices. Es un ataque global contra los derechos fundamentales de los ciudadanos. Sobre todo contra los más humildes e inocentes del cambalache financiero en el que nos han enredado. Podemos elegir entre sumar voluntades para defendernos o diseminarnos para mayor ganancia de estos crueles pescadores. Ellos continúan a lo suyo. Cada día más crecidos. Riéndose a carcajadas del disperso pataleo que les brinda el respetable.
Desde mi destalento se me ocurre una manera de congelarles la sonrisa. Una huelga general indefinida sería un contundente tratamiento anti- guasa. Pero para hacerla, también tendremos que echar mano de las vísceras. Las mías están en carne viva. Las de ustedes, ¿cómo están?

HOY EMPIEZA LA RECONQUISTA

HOY EMPIEZA LA RECONQUISTA

Lo siento. No estoy amargada. Quizás debería si considerara la cantidad de derrotas personales y globales que atesoro a lo largo y ancho de mi biografía. El rimero de utopías que arden como un ninot de gesto burlón y retorcido por el fuego, casi a diario. También podría amargarme por la demolición masiva de todas las conquistas sociales y laborales de los últimos cien años ante mis peripatéticas narices. O por respirar esa resignación acre que desprenden los que predican que la resistencia no sirve para nada. Que la Huelga General no sirve para nada.
Pues no me da la gana. Algunos pensarán que soy idiota. Puede que estén en lo cierto. Yo prefiero creer que una dignidad primaria me empuja a repeler cualquier clase de yugo o de cadena. Y si para conseguirlo he de pasarme la vida peleando, que así sea.
Dicen que lo que hemos perdido, difícilmente volveremos a recuperarlo. Pero difícil no es imposible. No puede serlo.
Ellos avanzan gracias a nuestros retrocesos. La desbandada general que provoca la filosofía del "sálvese quién pueda", les deja vía libre para pasar sobre nuestros derechos como elefante por cacharrería. Otra cosa sería si plantáramos cara. La historia nos da muchos testimonios del incalculable valor de la lucha de la clase asalariada. Incluso en aquellos tiempos en los que los patronos pagaban sicarios para balear sindicalistas, los trabajadores entendieron que debían estar juntos para lograr la victoria sobre los abusos de sus explotadores. Todos unidos en una demostración de fuerza cuyos resultados fueron las garantías laborales que nos roban ahora de un plumazo.
No soy insensible al lícito miedo o a las situaciones precarias que atraviesan ahora muchas ciudadanas y ciudadanos y que son determinantes en su no participación en la Huelga. A estos los esperaremos en las calles para manifestarnos en bloque contra la dictadura del pánico que impide que ejerzan sus derechos constitucionales. Pero los demás tenemos que parar masivamente. No me valen excusas de mal pagador como satanizar a los sindicatos u otras memeces alimentadas por la quintacolumna de la alianza patrogubernamental. Hemos perdido demasiado y remontar tantas derrotas implica un comportamiento ejemplar por parte de la ciudadanía. Una enérgica respuesta al expolio de la justicia social y al secuestro de esta democracia por los mercados financieros y los amos de la producción.
La Huelga General es solo el principio de la Reconquista. Pero debe ser proporcional a las agresiones recibidas. Un grito de guerra colectivo que atruene en los regocijados cerebros de la CEOE para instalarles en el desasosiego. Que no sueñen que vamos a rendirnos. Algunos pensamos convertir cada empresa, cada puesto de trabajo, en una trinchera. La solidaridad es nuestro mejor instrumento. La estrategia más hábil para desactivar las cargas de profundidad que nos suelta el enemigo.
Por eso mismo no podemos dejarnos abatir por esa artillería que solo pretende enfrentar a hermanos contra hermanos para debilitarnos a todos. Como decía el filósofo Apuleyo: Uno a uno somos mortales, juntos somos eternos. Que nuestros hijos no tengan que cargar con la vergüenza de unos padres que no se unieron en la lucha por legarles un futuro digno. Que no nos recuerden como la generación cobarde que ayudó pasivamente a engrasar los grilletes de su propia prole. Prefiero que piensen que fui una pobre idiota que se dejó la piel para que ellos no tuvieran que renunciar a la esperanza. Y ustedes, ¿qué prefieren?

¡PLATO!, DIGO, ¡SINDICALISTA!

¡PLATO!, DIGO, ¡SINDICALISTA!

La tramontana derecha está sustituyendo su afición a jugar al pádel por otra modalidad ¿deportiva? más acorde con su naturaleza ultravisigoda: el tiro al pichón sindical. Se ha abierto la veda y todo lo que respira más allá de la sumisión al yugo se convierte en blanco de su artillería. Disparan a tontas y a locas, desaforados por reventar a estos avechuchos toca-pelotas. Sin aparente temor a que les explote la culata por estar utilizando tanta munición de escoria. ¡Están tan creciditos! Así que no les cuesta nada acusar a los sindicatos de indignos por haberse manifestado el 11-M. El mismo día que el PP celebró varios actos de campaña en la Comunidad Andaluza. Pero como dice una de sus sabias ideólogas: No debemos mezclar peras con manzanas (ni confundir piojosos sindicalistas con glamurosos peperos). En esta montería valen los raseros dobles, triples y los elevados al cubo si es menester. Los líderes obreros se presentan al personal como una especie de gánsteres que engullen caviar a espuertas mientras consultan la hora de la mani en sus fastuosos rolex. Que luego se demuestre que son toscas mentiras o comedias bufas no importa demasiado. Calumnia que algo queda. Esa es la máxima de voceros cinegéticos como Hermann Tertsch. Después de describir a los sindicalistas como parásitos privilegiados, establece un paralelismo entre los golpistas del 23-F y Méndez y Totxo. ¿ No les parece deliciosamente retorcido?
Pero no vayan a pensar que el proletariado sale indemne de esta balacera. Otro francotirador cavernario, Salvador Sostres, nos coloca de un pepinazo en el mundo real de don Neoliberal-Mal.  “Nada atonta tanto como vivir sin tener que pagar el precio y nada espabila tanto como la necesidad”, suelta el pavo a bocajarro. Traducción para las estultas masas trabajadoras: El hambre nos hará más listos.
Personalmente, el hambre, me pone de muy mal café. Y no digamos la idea de tener que oir el rugido de las tripas de mis hijos. De imaginar a nuestras espabiladas criaturas en un futuro hambriento de esperanzas. Reaparece la fiera y recobro los instintos- como decía Hernández- una piara de tigres que avanza por el mundo, así es el hambre. Ténganlo presente señores cazadores. Sitiados por el hambre, hasta los gorriones podemos ser panteras.

EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

Después de la última reunión que mantuvimos entre los delegados sindicales y la empresa en la que curro, les confesaré que no termino de ubicarme. Resulta que alguno de los innumerables departamentos que componen la cúpula organizativa ha gestado una brillante idea. Se les ha ocurrido implantar un método para fichar digitalizando las huellas y el iris de los trabajadores.
Ustedes pensarán que trabajamos en la NASA, para los servicios secretos o en laboratorios donde se custodian fórmulas de valor incalculable. Pues nada más lejos de la realidad. Somos limpiadora/es en un hospital público. Nuestra asistencia y puntualidad está garantizada por unas hojas de registro que firmamos delante del responsable de turno que nos conoce personalmente. Además de ser imposible, no se me ocurre que nadie quiera suplantar nuestra identidad laboral para espiar una cesárea o un cólico nefrítico. 
A servidora la propuesta le ha parecido un combinado entre Matrix y el perro andaluz. Se me han puesto los pelos como alcayatas con la idea de que mis jefes me hurguen, aunque sea digitalmente, en el iris. Ya ven, será que soy escrupulosa pero, ¿es que no tienen bastante con la sangría que han recibido vía reforma laboral?, ¿quieren también nuestro código genético?
Por lo visto, nunca estarán satisfechos. Además las nuevas tecnologías pueden ayudarles a trasladarnos al siglo dieciseis o donde les apetezca. A esos tiempos gloriosos en los que los trabajadores eran propiedad del amo y se dejaba constancia en sus pieles. Antes era trabajoso marcar a fuego a los esclavos. Digitalizarnos es mucho más moderno y no tiene tan mala imagen. Más acorde con ese futuro que se nos viene encima. Con esta nueva esclavitud de merchandising.

MUERTOS DE RISA

MUERTOS DE RISA

Los jefazos de la patronal se parten el orto delante de nuestras perplejas narices. ¡Cuidadín...- avisa el cachondo Rossell-que no noten que nos da la risa floja! Y es que están viviendo un festival las criaturas. Una tómbola que les premia con perritos-obreros de los que pueden deshacerse a puntapiés sin que nadie les saque tarjeta amarilla. Ni en sus ensoñaciones más marcianas habían imaginado un mercado laboral tan apetitoso. ¡Viva el miedo! El mejor incentivo para la productividad (según sentencia nuestro fidedigno Gobierno). Eso lo saben muy bien.
 Sus antecesores ideológicos lo rentabilizaron de forma implacable durante cuarenta años. Caló tan profundo el miedo, que debió fusionarse con el adn de la gente. Un país secuestrado por el pánico es más manejable. ¡Donde va a parar! Podría hacerse al estilo clásico. Obteniendo el poder a sangre y fuego, como bien demostró el Criminalísimo. Pero estos tiempos modernos han engendrado otro tipo de golpismo más maquiavélico y aparentemente aséptico: El terror financiero. Las víctimas no caen bajo el fuego real de una balacera. Sus proyectiles son cápsulas de miedo que se llaman primas de riesgo y cosas por el estilo. Amenazas incorpóreas que mantienen a raya a la cateta ciudadanía.
Acojonados mientras se nos descojonan. Se rien de nosotros porque no se lo creen. Ha sido tan fácil. Solo son niños asustados- piensan jocosos- Ni siquiera reparan en que son más y, si se organizaran, no podríamos con ellos.
Mientras nos dure la catatonia la cosa pinta color hormiga. Esa felicidad, que ya no disimulan, augura más abusos y saqueos. Sus carcajadas anuncian nuestra incipiente pobreza.
Aunque nunca se sabe. Tanta falta de respeto podría ser el detonante. A lo mejor, su chulería era el empujón que nos faltaba para arrinconar el miedo.
 Para recuperar el orgullo y hacer que se les congele la sonrisa. Lo dicho, nunca se sabe.