EL PACTO DEL PUEBLO
Nuestros gobernantes tienen miedo. Esos títeres que ponen la cara para edulcorar e imponer los siniestros planes que nos reservan los mercados saben que ha llegado el último acto de su patética parodia. El telón está a punto de caer. Como dice Sampedro: el sistema se hunde inevitablemente y no hay manera humana de recomponerlo. Vivimos la convulsión del cambio. Un proceso de despertares colectivos que está agitando el mundo. El 15-M ha sido la respuesta equilibrada, responsable y comprometida que nuestro país aporta para construir los cimientos del próximo sistema.
A pesar de la satanización a la que está siendo sometido, su mensaje ha hecho de desfibrilador en el corazón de una sociedad que asistía catatónica a su propio entierro. El 19-J revalida la consistencia del movimiento. Miles de personas toman de forma pacífica, que no dócilmente, las calles de las ciudades para expresar su rechazo al pacto del euro. Desde Bruselas o Berlín, tanto monta, jode tanto, se han acordado las directrices para empobrecer al pueblo y favorecer a los grupos financieros. Ahora se exige a los políticos que las apliquen en sus respectivos países y aguanten el tipo. Pero últimamente no les llega la camisa al cuerpo. Ante sus descuadrados ojos se está levantando otro pacto mucho más poderoso. Se trata de un acuerdo vital, motivado por la fuerza de la supervivencia de la especie. Una rebelión que no contempla la retirada porque sabemos que, si retrocedemos un paso, nos espera el abismo. No puede extrañarnos su miedo. Se enfrentan a lo desconocido, como nosotros, pero ellos son aliados del enémigo y no tienen ni idea de cómo cambiar de bando si la cosa se pone muy fea. ¡Pobrecicos!.
Publicado en El Periódico de Aragón
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