CRÍMEN SOBRE CRÍMEN
La desmemoria de nuestra historia condena a los muertos a permanecer escondidos bajo las alfombras de las cunetas y las fosas comunes donde los arrojaron sus asesinos. Quienes así lo quieren, argumentan que sus pulidas calaveras reabrirán las heridas de un pasado terrible del que ya pasamos página. Pero, ¿se pueden curar las llagas que se cerraron sobre la la infamia y la vergüenza? Tanta porquería soterrada, ¿no provocará una septicemia generalizada que acabe asesinando, nuevamente, las posibilidades de un futuro libre de verdugos impunes y víctimas vergonzantes? Las "manos limpias" y los jueces sordos y ciegos a la justicia que clama bajo tierra, se convierten así en cómplices de los crímenes de la dictadura. Empecinados en arrojar nuevas paletadas de iniquidad sobre estos cadáveres y sus familias, se llenan la boca de principios e intenciones que enmascaran la vileza de quienes nunca condenaron al régimen que perpetró estos homicidios. Son, a mi entender, los modernos asesinos de la historia de España. Ejecutores de una realidad que les inquieta y que pretenden amordazar para que los incómodos esqueletos de los que perdieron la vida por la libertad y la República, no les puedan señalar con sus fantasmagóricos dedos como los dignos herederos de los que un día los colocaron en sus humillantes tumbas.
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