BASURA PÚBLICA
La noticia de la indignación ciudadana que recogen los medios por la acumulación de basura en las calles de Santiago, debido a la huelga que mantiene el servicio de recogida de dicha ciudad desde hace dos semanas, esconde otro muladar del que apenás se vierte información. La prensa y las televisiones nacionales, siempre que sucede una circunstancia parecida en el sector, hacen hincapié en las molestias y los riesgos higiénico-sanitarios del "problema" sin profundizar en las causas que provocan una medida tan desesperada como la huelga, en un colectivo de trabajadores cuyo salario no podría calificarse, ni siquiera irónicamente, de boyante. Aún a sabiendas de que esta determinación, como la tomada por los trabajadores de Urbaser que rinden sus servicios para el ayuntamiento de Santiago, es impopular y que pocas veces encuentra el apoyo y la solidaridad del resto de la ciudadanía, el cúmulo de abusos e incumplimientos al que son sometidos por estos grupos empresariales les obliga a ejercer el derecho de la huelga, estrictamente recortado por unos servicios mínimos abusivos, como última medida de presión tras agotar todas las vías razonables, legales y negociadoras. Este tipo de empresas, que pertenecen a grupos poderosos pero tendentes a acumular grandes deudas, trabajan muy bien el sector de lo público. Consejerías, hospitales, recogida urbana de residuos... son actividades que realizan en toda la geografía nacional consiguiendo adjudicaciones que, en ocasiones, les han sido concedidas en "lícito" concurso público tras pagar la publicidad electoral de un determinado partido a cargo del presupuesto municipal de limpieza, como sucedió en Leganés. Favores entre amiguitos del alma que implican la responsabilidad directa de los adjudicatarios públicos que, además de no gestionar el dinero de todos se emplee en un servicio eficaz que no desestime la dignidad de sus trabajadores, desvían la atención del respetable señalando con el dedo, como criminales anti-sociales, a las plantillas escasas, sobreexplotadas y presionadas con su connivencia. Al parecer, también ayuntamientos y administraciones contraen grandes deudas con estas contratas. Y es que es curioso el baile de cifras que se mueve, y que convierten la privatización de estos servicios en una ruina para las arcas generales y en un foco de corruptelas y derivados. En más basura,similar a la que se va acumulando, con tendencia a crecer, en todo este país. Con un olor mucho más pernicioso que el que ahora asfixia las calles complutenses.
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