PEZUÑAS DE ARCÁNGEL
Como un tumulto de sangre
espesa, negra y maloliente,
los dioses de mi patria
se escurren por la perversa piel de la desesperanza.
El odio me acecha en cada esquina
con una mueca que muestra su sonrisa desdentada.
Y yo contoneo mis caderas,
obscena y descarada,
provocando esa cópula imposible.
Una orgía apestosa y necesaria.
Como un arcángel fiero
me acaricia con las pezuñas de su brutal deseo.
Me rompe las quijadas
con la fuerza de sus besos espinados.
Se ríe de mí
mientras lacera mis espaldas a zarpazos.
Después,
escarnecida y sola,
me sumergo en la espiral de la tristeza
de esta España canibal.
Enemiga amada
que devora implacable
los sueños de sus hijos ilegítimos.
Me someto a la liturgia de su macabra danza
esperando quizás
que algún día
pueda saciarse de la hambruna que la atrapa
y me devuelva el alma.
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