ARMANDO AL MUNDO
Me resulta muy inquietante comprobar que en plena depresión económica, la industria armamentística mundial y por supuesto la nuestra, disparan su producción y sus ganancias de una forma espectacular. Al margen de los razonamientos éticos sobre la idiosincrasia del negocio en sí, resulta que tampoco se cumplen unos criterios legales a la hora de elegir a la clientela. Se venden armas indiscriminadamente sin hacer ascos al conflicto al que van a ser destinadas o sin valorar si existe un elevado riesgo de que se vulneren los derechos humanos. La hipocresía es la política de empresa. Esta industria representa el ejemplo más brutal y deshumanizado del capitalismo. Está basado en las ganancias que proporciona la muerte. Para que sus beneficios crezcan tan exponencialmente, necesitan un mercado deseoso de armarse hasta los dientes. Les conviene que exista un elevado número de conflictos activos que continúen multiplicando sus pedidos. Hay que mantener vivo el negocio, aunque muchos otros morirán injustamente como resultado de esta transacción comercial. Otro dato que me alerta, son las similitudes entre algunos parámetros actuales y los que se daban antes de las dos guerras mundiales que sufrió el s. XX. La industria armamentística empezó a disparar su producción en épocas de recesión económica. Estaban armándose para la guerra. Luego se crearon las condiciones políticas para poder desahacerse del stock. No quiero sugerir que se esté preparando otro confrontamiento mundial. No es necesario. El negocio de las armas subsiste gracias a cientos y cientos de conflictos locales en los que la población civil, son las principales víctimas de sus ganancias. Un pequeño precio a pagar, el de tragarse la conciencia, para mantener el business. El cinismo neocón en su máxima expresión. Una esquizofrenia moral que afecta a muchos gobiernos democráticos, como el nuestro, y que nos permite hablar de derechos humanos a la par que les vendemos el arma ejecutora a los verdugos. ¡Viva el mal, Viva el Capital!
Publicado en Heraldo de Aragón el 24 de mayo, en El País el 25 y en Público el 26 de mayo del 2010
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