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RÁFAGAS DE LIBERTAD

El domingo amaneció con la noticia de la muerte del viejo profesor. A Labordeta se le ha gastado la vida de tanto usarla. Ese corazón generoso y tozudo no rebló hasta hasta el último verso en su desesperada búsqueda de la libertad. Y confinado en un cuerpo enfermo seguía regalándonos sus reflexiones, sus mentiras acerca de que hacía algún tiempo que no podía practicar la poesía. Que estaba seco. Lo achacaba "El Abuelo" a los ocho años pasados como Diputado. Una experiencia que había agostado su depósito de estrellas en un territorio hostil a la luz y la alegría. Un erial para el alma mucho más yermo que los monegrescos desiertos de esta tierra. Contaba que añoraba esas ráfagas de amor y de esperanza. Explicaba que, aunque la poesía no es un arma ni tiene futuro, sin ella se sentía inerme frente a un mundo que descubría como un inmenso Paraíso perdido. Pero no decía la verdad. Sus palabras nacían desgarradas y brillantes, como un atardecer sangriento. Toda su existencia y su discurso destilaban poesía. Sus lágrimas eran versos que corrían al encuentro de ese lugar donde se ocultan nuestros más preciados sueños.
Hasta sus exabruptos, dedicados a los mamarrachos que intentaban silenciarlo desde siniestros escaños, eran una delicada estrofa que pretendía iluminarles para que reencontraran el sendero de dónde había surgido toda esa bazofia. ¡Váyanse a la mierda! Desnudo de metáforas pero hermoso.
¡A la mierda! Así de claro. A la mierda con con esa sordidez de tanatorio que exhala la política y que pretendía robarnos a un poeta. Ni siquiera la muerte lo consigue. A la mierda también la noche eterna. Jose Antonio se queda con nosotros para siempre. Seguirá vivo en la memoria de los que tuvimos el honor de conocerlo, de escuchar su atronadora voz. De estremecernos con lo que que todos los aragoneses, a la mierda del favor de las instituciones, hemos elegido como el himno de esta patria: Su Canto a la Libertad.
Que la tierra te sea leve compañero.

Publicado en Diario del Alto Aragón, Periódico de Aragón y Público

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