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SINDICATOS, NEGOCIACIONES Y OTRAS PATRAÑAS

SINDICATOS, NEGOCIACIONES Y OTRAS PATRAÑAS

Los sindicatos UGT y CCOO,  parece que ya acercan la silla a la mesa de la Patronal para avenirse a razones. Los representantes de la clase trabajadora, cuyos representados permanecemos mudos sin poder formular alegaciones, peticiones o desacuerdos, se invisten como garantes de nuestros derechos. Pero limitan la participación social en unas negociaciones, que transcurren por arcanos vericuetos ajenos a nuestros auténticos intereses.

  Son dos los frentes a negociar por los sindicatos, una parte que les atañe a ellos y otra para nosotros. Para conservar su poder deben consolidar y ampliar sus estructuras financieras y eso conlleva no morder demasiado fuerte la mano que les da de comer. Y aquí se producen intercambios que deben permanecer en absoluto secreto.

  Por otro lado, cara a la galería, mantienen la retórica obrerista haciendo brindis al sol con sus propuestas salariales y de contratación y convenciéndonos de que, si no fuera por ellos, nuestra vida sería un infierno. Pero realmente, ¿importa algo lo que se firma?. Desde la reforma laboral del 97, se han ido introduciendo de soslayo otras reformas puntuales que la sociedad y los sindicatos han asimilado dócilmente.

   Los defensores de las 35 horas han incluido claúsulas de desregularización de los horarios en los convenios para aumentarlos en función a las necesidades del servicio. Se han pactado reducciones del salario base ligando el resto de la cuentía a conceptos de productividad y rentabilidad de la empresa. También ha aumentado la movilidad funcional. UGT y CCOO dicen que pretenden reducir la contratalidad temporal pero no hablan de eliminarla, tan siquiera en los sectores donde es una causa directa de siniestralidad laboral.

  Y cuando proponen "igualdad de trato" en cualquier tipo de contratación o subcontratación, evitan enfrentarse a que la única opción decente es pedir la supresión del contrato temporal y obligar a que las condiciones de subcontratación sean idénticas a los de la empresa contratante.

  La decadencia del movimiento sindical, de la pérdida de su carácte reivindicativo en favor de la clase trabajadora, ha dejado al proletariado en una situación de "sálvese quién pueda".  A la gente no le importan tanto las condiciones laborales o la indemnización por el despido que tenga derecho a percibir, ante la posibiidad de perder el empleo. Aceptaremos nuevos retrocesos porque, los que deberían defendernos de los abusos, prefieren seguir dándole la espalda a su responsabilidad. Enfrascados en sus propios y productivos negocios.

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