DELINCUENCIA
Cuando Mario Conde entró en la cárcel, los presos acogieron fraternalmente al ladrón de guante blanco y le manifestaron constantes muestras de admiración y respeto por sus "hazañas" financieras. El remilgado banquero fue aceptado como uno de los suyos e inmediatamente contó con una serie de facilitadores espontáneos que convirtieron a Conde en uno de los kies del presidio. Lo mismo sucedió con otros ilustres chorizos que fueron a dar con sus huesos a la trena. Desde los tiempos de El Pícaro, podemos constatar una cierta fascinación colectiva por determinados personajes que practican el poco honorable hábito del latrocinio. Es parte de nuestra infausta herencia cultural. O más bien de lo contrario. De la falta de cultura e información imprescindible para descubrir que los admirados cacos, en realidad, están saqueando nuestras casas.
Pero un pueblo puede aprender de sus errores. Mucho más cuando esa permisividad ha generado que manadas de hienas buscaran en la política satisfacer la insaciable hambruna de su codicia. El sueño de la razón genera monstruos. Y el de la educación en valores elevados ,como la honradez, banqueros, políticos y empresarios que exanguinarían en un plis plas al pobre conde Drácula.
También existen los monstruitos de ir por casa. Esos mindundis ,como usted y yo, que se jactan de lo que ellos harían con una tarjeta negra si por azar cayera en su regazo. Reconocer que la corrupción es un mal trasversal y endémico que afecta a todos los estratos sociales es un paso hacia la redención. ¡Amén hermanos! Porque hay síntomas de que estamos empezando a iluminarnos. Son cosas aisladas , pero seguro que algún día forman parte de un estudio sociológico. Como el recibimiento que los últimos corruptos enchironados están teniendo en Soto del Real por parte de la comunidad carcelaria. Chorizos, ladrones y sinvergüenzas ha sido lo más suave que los presos han dedicado a los nuevos residentes de la trama "Punica". Hasta en la cárcel existe un código ético que discierne entre clases de delincuentes. Y parece que se está adaptando a los nuevos tiempos. Granados, Díaz Ferrán o Barcenas hicieron algo mucho peor que atracar un banco. Abusaron de sus cargos de confianza para enriquecerse mientras crecía el número de personas que caían en la exclusión. La marginación que éstos, y muchos otros parecidos, han sembrado con sus actos delictivos puede ser el origen de que algunos ciudadanos llegaran a transgredir la ley por motivos de supervivencia. Ahora podrán compartir patio de recreo. ¡En fin! Como diría mi idolatrado Flipas (poeta-visionario de la Polla Records): Delincuencia, delincuencia es la vuestra. /¡Asquerosos!, delincuencia es la vuestra/ vosotros hacéis la ley. /Explotadores profesionales /delincuencia es todo aquello/ que os puede quitar el chollo /que os puede quitar el chollo./
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