OBISPOS, ARCÁNGELES NEGROS Y PSICOTRÓPICOS
Un obispo recalcitrante y misógino escupe su teoría sobre el aborto en términos de holocausto silencioso. Establece un peculiar paralelismo entre los abortos practicados desde el año 85 y el número de muertos durante la guerra civil. Califica de asesinas a las mujeres que interrumpen su embarazo y a cuantos colaboremos con ellas. ¡Nazis! Es el adjetivo más caritativo que sale de sus coléricos labios. Un inciso. ¿Acaso monseñor se refiere a esa guerra en la que su iglesia bendecía las tropas que asesinaban indiscriminadamente ancianos, hombres, niños y hasta mujeres gestantes? Porque en esa ocasión no les dolieron prendas en posicionarse, por la gracia de dios, junto a los genocidas que tiñeron de sangre nuestra patria. La comparación es una burla cruel. Más viniendo como viene de una organización religiosa que predica el sometimiento físico, emocional e intelectual de la mujer.
Debería bastarles con mandarnos al infierno de cabeza o cursar una excomunión express a los que contradicen su doctrina. Pero en España, gozamos de un adelanto en diferido del averno. Un gobierno que le debe pleitesía a su fondo norte ultracatólico y unos obispos a cuyo lado el papa Francisco parece un perro-flauta más del 15-M. Aquí se va más allá.
Se legislan nuestros ovarios para que, además de pecadoras, las mujeres que aborten sean delincuentes. No les basta una eternidad en el infierno. Quieren que sufran ahora, jugándose la vida, la libertad o ambas cosas, al verse obligadas a la clandestinidad. Y por cierto, ¿dónde está la iglesia cuando la sociedad civil se moviliza contra la pobreza o la pérdida de ayudas a los discapacitados? Rezando para que la reforma de la ley multiplique el número de desfavorecidos y niños con malformaciones que, luego de nacidos, parecen importar un bledo a todas las instituciones, civiles y religiosas. ¿No les parece perverso?
En los últimos días dos jóvenes se colgaron de la fachada de una basílica en protesta por la reforma del aborto. A mí se me antojaron dos arcángeles glaciales y amenazantes extendiendo unas gigantescas alas negras que enmarcaban la puerta del templo. El templo como símbolo del desprecio de la religión a la libertad de las mujeres.
Otro grupo pro-abortista fue a pedir la excomunión a la puerta de un arzobispado. No quieren traer hijos a un mundo donde no existe equidad entre los sexos ni justicia social para los pobres. Prefieren ser excomulgadas. Declaraban no entender que a la iglesia le preocupen más los fetos que las miles de víctimas de la violencia machista. Es más, que desde los púlpitos aconsejen resignación y sumisión ante el maltrato en vez de ayudar a combatir esta lacra.
Mientras duraba la protesta, un ciudadano católico, venerable e iracundo se dirigía a las manifestantes llamándolas hijas de Hitler o asesinas de niños a la par que las exhortaba a que se cortaran una teta o una mano. No se por qué, pero eché de menos que unos arcángeles alados hubieran descendido a toda hostia sobre el energúmeno individuo para cambiarle el sexo con un rayo fulminante y dejarle preñado de gemelos. No. Ya no tomo tantos psicotrópicos. Hace tiempo que la realidad supera los efectos de los estupefacientes. Me pego el día flipando en blanco y negro. La cuestión es... ¿cuándo acabará este "mal viaje" hacia el medioevo?
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