ARRASTRAR LA DURA CADENA
Estos tíos de la patronal son unos cachondos. Cada vez que abren la boca, sube la edad de jubilación. Ahora dicen que no deberíamos hacerlo antes de los 70. Al mes que viene, o a primeros de año, sugerirán que no lo hagamos antes de los 75 o los 80. O mejor aún, que seamos considerados y muramos cotizando como manda el catecismo del perfecto esclavo neocon. A una le da por pensar y comparar situaciones. 70 años de edad y 40 cotizados para poder jubilarse, ¿Se trata de algún tipo de doctrina Parot que atañe exclusivamente a la clase trabajadora? ¿Cuáles y cuán graves son nuestros crímenes para que ningún tribunal internacional nos conceda un poco de justicia? Gordos deben de ser. Porque la cadena que pretenden que arrastremos empieza a extenderse hacia la perpetuidad. Cadena perpetua para el proletariado. Pero eso sí, con despido libre como guinda de excitante sadismo añadido al hermoso pastel. Sería el orgasmo perfecto para nuestra carroñera patronal. Lo que persiguen con encono desde mucho antes de la crisis y que ahora, amparándose en ella, pueden acariciar con las yemas de los dedos: la esclavitud en estado salvaje. Personalmente, siento la presión de la gruesa cadena alrededor de mi cuello. Y me dan ganas de ahogarme aunque solo sea para "chingarles" el plan. A mi enferma cabecita vienen imágenes similares a las de esa genial película de los Monty Python, la vida de Brian. Antes eutanasiarme ante la sanguinaria CEOE que aceptar su perpetua. Como el escuadrón suicida pero en comandos colectivos de clase obrera. Si escogiéramos muerte, ¿quién trabajaría entonces?, ¿los ricos? El plan es imperfecto, lo reconozco, tiene lagunas. Aunque un efecto similar (sin tener recurrir a la autoinmolación masiva de trabajadores) se podría conseguir con una huelga general indefinida que hiciera salir a los patronos de su éxtasis afrodisíaco. Motivos tenemos de sobra. Lo que nos falta averiguar es si tenemos agallas para mandar al cuerno las cadenas que estos esclavistas engrasan para todos nosotros y para nuestros hijos. Básicamente, decidir si queremos ser carne de yugo o mujeres y hombres libres. Así de sencillo.
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