¡VIVA LA MUERTE!
Con el Partido Popular, las corridas de toros vuelven a la televisión pública entre el jolgorio y alborozo de la ultraderecha mediática. Están contentos los tíos. Tras 6 años de sequía arterial, la sangre de los toros volverá a brillar roja sobre la arena gualda de la plaza. ¡Olé!
Esta ceremonia de muerte y de tortura que ellos llaman "fiesta", se ofrece de nuevo en horario protegido para los menores. Hay que recuperar valores tan tradicionales como la insensibilidad y la crueldad hacia el mundo animal. Los críos estaban echadicos a perder con esas moñadas sobre la empatía o el respeto a las bestias. ¡Con lo pedagógico que resulta ver a un adulto colgarse de la cabeza de una oca hasta decapitarla, lancear a una res entre cientos de personas (como en el toro de la Vega) o o administrar toda clase de suplicios a un noble astado antes de sacrificarlo para mayor gozo del "respetable"! Educar a la chavalería en el desprecio por la vida de los animales les curtirá el carácter para el futuro que les aguarda. Un mundo donde la compasión y la solidaridad no tienen cabida. Ni siquiera entre los seres humanos.
Por otro lado, es verdad que apoyar las corridas nos costará dinero. Aunque toreros y apoderados renuncien a los derechos de imagen, el montaje y despliegue corren a cargo del erario público. En el 2006, se perdieron 100.000 euros por retransmisión taurina. El balance, restando los ingresos publicitarios, supuso un agujero de más de medio millón. Pero merece la pena para rescatar esa cultura de la muerte que, algunos que se llaman patriotas, quieren grabarnos a todos en el adn. Parece que la primera corrida ha sido un éxito de audiencia. Lo cierto es que la ejecución de un preso en directo hubiera disparado mucho más los shares. No debemos olvidar el éxito popular que alcanzaron ilustres horrores como la guillotina o la hoguera. U otra arena, la del circo romano donde el "respetable" gozaba viendo a los leones devorar cristianos. Así de miserable puede tornarse la naturaleza humana si se la incentiva adecuadamente. Los regocijados pro-taurinos cavernarios lo saben y están encantados. La barbarie homicida regresa a la parrilla televisiva. Por fin, esta salvajada, vuelve a ser la impronta que defina el carácter de nuestra raza. La mala raza que tanto añoran. Esa que siempre se viene arriba a la hora de gritar: ¡Viva la muerte!.
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Antonio Aramayona -