NACIDOS PARA SUFRIR
Antes, los pobres asumían su condición de miseria frente a los poderosos debido, en gran parte, a que eran incapaces de tener un visión global de la relación desigual que mantenían con sus amos. Asumían con resignación cristiana, y muy conveniéntemente para sus explotadores, la escasez generalizada a la que les sometían los dueños del mundo. Esa inocencia bovina del populacho, esa fé en que dios o el estado proveerán, permanece vigente en estos días de la aldea global hiperinformada que sueña con vivir en el país de la abundancia. Aceptamos, con retóricos aspavientos pero conformados, que los ricos paguen menos impuestos, como las cuotas empresariales, mientras a la ciudadanía se le sube el IVA. Nos tragamos que se entregue nuestro dinero a los bancos para seguir manteniendo el sistema que nos está devorando. Entramos al trapo del discurso xenófobo populista que canaliza la ira de algunos, contra otras víctimas de otras nacionalidades y enmascara a los auténticos verdugos. Consentimos las desigualdades sociales, el paro y el recorte de los derechos laborales como una consecuencia lógica, derivada de la asunción colectiva de que siempre pagan los mismos. Permitimos, considerándolo inevitable, que se destroce el patrimonio natural en el nombre del progreso.Y asistimos impávidos, al baile de corruptelas y comportamientos delictivos que invaden nuestra política haciéndole un flaco favor a esta pretendida democracia. La mansedumbre de otrora se enmarcaba en épocas oscuras, donde la ignorancia y el hambre en estado puro eran los mejores aliados de los poderosos. La de ahora, solo se me ocurre justificarla porque, de alguna manera, en nuestro código genético haya quedado impresa esta fatal predestinación de nuestros antepasados. Una impronta que la fuerza de la costumbre nos haya grabado a fuego en el ADN. Porque si no es algo así, va a ser simplemente que somos una especie realmente estúpida.
1 comentario
Deprisa deprisa -