SALVEMOS A LOS POBRES BANCOS
El Presidente lo ha dicho claro. Bueno, en realidad ha dicho lo contrario. Pero abriéndose la puerta a desdecirse de lo dicho, como tiene por costumbre. Lo que ha dicho es que solo se inyectará dinero público a los bancos si fuera necesario. Ésto, traducido de la jerga marianista, ya saben lo que significa. Volveremos a salvar a los bancos. ¿Comprenden ahora por qué se nos exigen tanta austeridad y sacrificio? Es como la historia de Robin Hood, pero al revés. Aquí es el dinero de los pobres el que volverá a ser robado para dárselo a los ricos. Pero para más inri, los ricos que reciben la inyección son los culpables de que el pueblo sea pobre. Rajoy encaja como un guante en el estereotipo del anti-héroe que sustrae la sanidad, la educación y demás derechos que disfrutaba la plebe, para recompensar a los villanos.
Mariano Hood y su séquito de frikis son especialistas en darle la vuelta a cuanto dicen y hacen. Pero en algo no se contradicen, saben muy bien donde va a ir a parar el sangriento botín de tanto recorte. Otra cosa es que lo digan a la gallega o a las claras. Que a nadie le quede duda de que el rescate de Bankia lo pagarán los enfermos, los estudiantes, los inmigrantes, los ancianos... todos nosotros, menos los responsables directos de su descalabro.
Y hablando de Bankia, si el gobierno quiere realmente salvar a los bancos quizás deberían sugerir a Rodrigo Rato que deje de enredar con las cosas financieras. Ahí estaba el hombre dirigiendo Bankia tan ricamente, dimite y ¡pum! súbita bancarrota. Y en el FMI más de lo mismo. También pidió el finiquito justo antes de la quiebra financiera mundial. ¿Sospechoso? No. Es que Rato, siguiendo la dinámica au contraire de su partido, es igual al rey Midas a la inversa. Transmuta en miseria todo lo que toca. Pero tranquilos, arreglar el estropicio solo nos costará diez mil milloncejos de nada. ¿les suena de algo esta cifra? Pues eso, salvemos a los pobres bancos.
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