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UN HOMBRE DE VERDAD

UN HOMBRE DE VERDAD Viene a resultar que muchas vivíamos engañadas. Independientemente de lo que se lea en nuestro dni, no somos auténticas mujeres. Dice el ministro de Justicia que para ser de verdad, lo que se llama auténtica, una mujer debe ser madre. ¿Entonces será que las demás somos de goma espuma?
Gallardón se nos ha puesto estupendo con un discurso delirante rollo Pilar Primo de Rivera. Por cierto, que esta ideóloga tan cercana a don Alberto, murió soltera y sin descendencia. Hecho, por otro lado, que no le impidió instruir a las muchachas casaderas en la más absoluta sumisión al macho. Ella fue la autora de la "mujer ideal", un folleto alienante concebido como libro de texto femenino para Bachiller y Magisterio en 1958. Su objetivo era programar a las jóvenes para ser esposas obedientes y madres abnegadas de una prole de la que, solo dios, podía tener el control reproductivo.
Es sorprendente lo que una mujer de mentira, como la célibe doña PIlar, se sacaba de la manga para amargar la sexualidad y la libertad de sus coetáneas. Ella sin embargo no siguió sus propias enseñanzas. Tengo entendido que le falló el compromiso con un tal Adolfo Hitler.
El caso es que se quedó incompleta, a medio hacer o más falsa como mujer que un beso de Judas Iscariote ( siguiendo el criterio de Ruiz Gallardón). Claro que lo mismo se le puede aplicar a Teresa de Calcuta. Otra impostora sin hijos. Otra que debía ser de trapo.
Ya declaró Aznar, " ecce homo ibérico", que le gustan las mujeres, muy mujeres. Eso siempre que hablemos de damiselas "ideales", complacientes y con el útero inquieto por albergar vida.
Y es que los del PP, pertenezcan al género que pertenezcan, son puros machos camachos. Gallardón, Aznar, Aguirre, Barberá... Todos y cada uno de ellos son hombres y mujeres-hombres auténticos, como dios y la sección femenina mandan. Empecinados de verdad en robarnos la libertad reproductiva para retrotraernos al asfixiante patriarcado de los años cincuenta.
De mujeres y de verdad los populares saben poco, para que vamos a engañarnos. Las féminas de carne y hueso que reniegan de ser meras factorías de niños les producen urticaria. La Verdad: hace tiempo que la siguen pero no han leido nada sobre ella.
Por el contrario, sobre violencia estructural contra las madres podrían sentar cátedra. Su Reforma Laboral lleva una dósis extra-larga de esta violencia que tanto pregonan. La conciliación familiar o cuestiones tan elementales como el derecho de lactancia saltan por los aires. Las trabajadoras embarazadas quedan más desprotegidas y expuestas al despido que nunca. Compaginar la maternidad con la flexibilidad horaria o la movilidad funcional se convierte en una misión imposible que no ayuda a aumentar la natalidad. Parece como si el último objetivo fuera desterrar a las mujeres del mundo laboral. Y de rebote de las estadísticas del paro.
Puede que Gallardón se crea un tipo de pelo en pecho. Un hombre genuino con la facultad de certificar la autenticidad de las mujeres. Pero a mí se me antoja que nos están insultando como seres humanos. Que invierten la carga de la prueba con argumentos casposos y decimonónicos.
La única amenaza para ejercer el derecho a tener hijos se ha cocido en la cocina de este Gobierno. En la misma donde se guisa como reformar la ley del aborto. O más bien como aplicarle una gruesa capa de maquillaje que la haga más digerible para los sectores ultras del partido. Un guiño entre auténticos hipócritas.

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