TRABAJA O REVIENTA
¿Se imaginan ustedes que, para ganar unos cien euros mensuales, tuvieran que trabajar dieciseis horas diarias durante seis días a la semana? Impensable, opinarán la mayoría. Sin embargo, esas son las condiciones laborales de los trabajadores chinos en la multinacional Foxconn. La misma desde donde se produce, para un mundo sediento de tecnología, el iPad. Este libro electrónico de moda y de dudosa utilidad que necesita, para ser competitivo, que los gastos laborales se reduzcan al máximo. Y para ello hay que buscar zonas geográficas en la aldea global en las que, explotar a los trabajadores, no cree ningún problema a los explotadores. China está bien para estos menesteres. Un Estado que no respeta los derechos humanos y sufre de una virulenta corrupción, no tiene ningún inconveniente en que sus ciudadanos sean maltratados y exprimidos por cualquier transnacional, si esto les ayuda a mantener el psicopático sistema con el que gobiernan. Diez jóvenes se han suicidado en esta factoría en lo que va de año. Peones rotos que no han soportado las vejaciones y miserias a las que eran sometidos para acabar recibiendo el salario del hambre. El fenómeno de la deslocalización y sus perversas consecuencias no es nuevo en el capitalismo. Hasta ahora, la sociedad del primer mundo desviaba su hipócrita mirada de este asunto y pocas eran las voces que clamaban contra la injusticia que recaía sobre las trabajadoras y trabajadores de los países más pobres y opimidos del planeta. Entendíamos, con un cinismo egocéntrico, que para sustentar el sistema que habíamos abrazado debían ser otros los que renunciaran a sus derechos básicos. Pero el escenario histórico está cambiando a pasos agigantados. Don Neoliberal necesita más alimento para su bulémico festín y ha descubierto que, a lo mejor, no es necesario mover sus fábricas en busca de esclavos. Basta con convertir en esclavos a los operarios locales. De ahí viene esa ola que recorre occidente y que exige drásticas reformas laborales. Como la que se cierne sobre nuestras cabezas. Tratando de convencernos de que el despido libre, los contratos precarios y los sueldos famélicos ayudarán a crear empleo y a mover la economía. La economía sí que se moverá pero, como en el feudalismo, solo será para engordar la buchaca de los señores mientras la morralla villana les siga trabajando casi de balde. Siempre, como a los suicidas de Foxconn, nos quedan las opciones de reventar trabajando o "aplicarnos la eutanasia" ejecutando un vuelo libre desde cualquier ventana. También podríamos luchar. Tomar conciencia de la inmensa fuerza que supondría un frente unido de toda la clase trabajadora internacional. De que, en vez de alargar el cuello para facilitar que penetre el estoque, podemos reunir el valor para plantar cara a esta ofensiva. Piensen en ello. Ha llegado el momento de abandonar nuestra pasividad e insolidaridad, porque sino, mañana podemos ser nosotros los que reventemos.
Publicado en Público, Periódico de Aragón y Diario del Alto Aragón el 5 de junio del 2010
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