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CON DEUDAS Y A LO LOCO

CON DEUDAS Y A LO LOCO

El alcalde zaragozano, Juan Alberto Belloch, siempre sufrió de ínfulas de grandeza. Su pequeño corazón socialista, constreñido a un rincón marginal de la izquerda imaginaria donde habita, no ha podido gobernar sobre las ansias gastrointestinales que le inducen a despilfarros más propios de las cortes versallescas que de una modesta capital de provincias. Por eso, ahora que se imponen la austeridad y la mesura, Juan Alberto se revuelve y no está dispuesto a que nadie le enmiende la plana, ni siquiera su jefe de la Moncloa, en lo referente a su querencia a endeudarnos hasta las cejas. No le frena el hecho de que nuestra ciudad figure por méritos propios en el ranking de los ayuntamientos más endeudados del país. Para él, esa preocupación pacata por el dinero, es propia de gañanes y de gente con escasa proyección de futuro. Él, que fué el autor intelectual de una exposición universal que supuso para Zaragoza un estrepitoso fracaso económico pero que, a cambio, dejó nuestra urbe plagada de edificios de dudosa utilidad y de puentes de inspiración kuwaití que los maños no tenemos preparación para apreciar. Que convirtió el río Ebro en navegable, pasándose por las palas de la dragadora todo el cuentico de sostenibilidad y cultura del agua que, creo recordar, eran el lema de la expo. Que gracias a su refinado gusto, no le dolieron prendas en gastarse 30 millones de las antiguas pesetas en una mesa y unas sillas, de diseño claro está, para sus reuniones con la cuchipandi de concejales. Que no dudó en distraer 65.000 euros de las partidas para gasto de Acción Social y Juventud y dedicar esa pasta a comprar antigüedades y lámparas art-decó que decoraron la Casa Solans, mostrando así a los foráneos que en Aragón, además de ser expertos en cachirulos y adoquines dulces, también somos amantes de las antigüedades caras y pretenciosas. Este mismo hombre, le planta cara a Zapatero e insta a los demás ayuntamientos a rebelarse contra la contención que dicta el Gobierno. Nada de reducir sociedades municipales o el número de asesores. Ni tampoco de menguar los costes en coches oficiales u otros fastos similares. Belloch que piensa a lo grande, no como lo hacemos algunos mezquinos mortales, reclama su derecho a seguir endeudándonos para colocar a esta ciudad a la cabeza de las más morosas del reino. Porque el caso es ser lo más, aunque sea en insolvencia y horterismo. Está claro que la ciudadanía no está a la altura de nuestro jefe consistorial. Que no entendemos su magistral plan, inspirado seguramente por la Virgen del Pilar de la que se reconoce tan devoto. Porque nuestro baturrismo no está acorde con su política de manirroto irreductible. Vamos, que va a ser que no nos lo mercemos. ¿No les parece?

1 comentario

Deyanira Blanco -

Buenas tardes Ana, me parece muy interesante esta actualización, estoy haciendo una tesis sobre el impacto de la expo en Zaragoza y me encantaría hablar contigo. Te dejo mi email.
Un saludo