DIGAN LO QUE DIGAN
¿Saben aquel que diu que va Marianico Rajoy y se inventa un código ético contra la corrupción? Sí hombre, sí. Este es muy bueno. Hace escasamente cinco meses, va el presidente de la oposición y, atendiendo al clamor popular que exigía medidas ejemplares ante los casos destapados, lanza el compromiso de perseguir implacablemente cualquier atisbo de corruptela que pudiera manchar el "impoluto" historial del Partido Popular. Ardua labor que, el intrepido capitán araña, aseguró acometería sin que le temblara el pulso a la hora de cortar la cabeza, metafísicamente hablando, de todos los felones. Pero claro, en un partido cuyas siglas aparecen, un día sí y otro también, envuelto en toda clase de escándalos y malversaciones a lo largo y ancho de las comunidades que gobierna, ¿por dónde empezar? ¿Cómo practicar esa cirugía sanatoria sin acabar dejando al enfermo, el partido popular, desmembrado y posiblemente desviscerado a causa de lo extendida y arraigada que está la infección que padece? Son tantos los candidatos, por méritos propios, que el pobre Mariano teme que de practicar esta asepsia, el PP se vacíe de representantes en las comunidades donde más manda y en las que, paradójicamente, la calaña moral de estos personajes no ha perjudicado en absoluto su rentabilidad electoral. Rajoy sabe que España es así. Que hoy se puede decir una cosa y mañana la contraria gracias a la idiocia memotécnica que afecta a nuestro pueblo. Que un ladrón, si es un hábil populista y detenta un cargo de poder, cuenta en nuestro país con su cohorte de incondicionales entregados a un fervor hipnótico ante las habilidades para el latrocinio que tenga el personaje. En espera quizás, de que les salpique parte de la abundancia que consiguen sus ídolos, ejerciendo sus labores de atraco continuado a la caja común. Pero volviendo al chiste. Ahora, va Marianico y asegura que Camps, ese señor al que la sastrería le pone tan burro que le nubla el la razón y la moral, seguirá siendo el candidato popular valenciano, digan lo que digan los jueces. ¡Chúpate esa plebe democrática! Queriendo. Porque lo que viene a decir Rajoy, dinamitando su propio discurso de hace cinco meses, es que se pasa a los tribunales por el forro de la gaviota y que estaría dispuesto a presentar a las próximas elecciones a un corrupto convicto que, a lo mejor, podría tener que acabar gobernando desde la cárcel de Picassent. Pero no crean que los pilares de nuestra democracia se tambalean ni que masas enfervorecidas de ciudadanos, entre ellos los votantes honestos del PP, salen a la calle exigiendo una rectificación del presidente pepero. En Carpetovetonia, estas cosas no pasan de la mera anécdota. Nos hemos hecho tanto a la desfachatez que soportamos muy bien el esperpento entre nuestra clase política. ¿Y saben lo peor? Que soy capaz de visualizar a Camps desde su celda mega-super-vip´s, vestido con un pijama de seda de rayas, dirigiendo el futuro de la Comunidad Valenciana. ¡Este país me va a matar!
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