LA VIRTUD DE LOS DEPRAVADOS
Democracia Nacional, a través de su página web, hace abierta apología del terrorismo ideológico y el fascismo escudándose en su devoción a la patria. Apoyan al asesino del joven Carlos Palomino amenazando con que, de ser condenado, "haremos lo posible por subir al poder y echar a esa caterva de ratas criminales y antiespañolas que nos gobiernan desde sus escaños y juzgados" Estos individuos, que presumen de pertenecer a un partido legal y que enarbolan el patriotismo para justificar sus comportamientos violentos y xenófobos, aducen que Josué acudía a una manifestación autorizada por la Delegación del Gobierno y que el muchacho asesinado es en realidad el único responsable de su propia muerte. Y su discurso, distorsionado y preñado de falacias y de odio, esgrime sin embargo, una verdad vergonzante: La apología del fascismo sigue sin estar tipificada como delito en el código penal español. Todavía existen historiadores que definen a Franco como un gobernante autoritario que se vió obligado a alzarse contra los desordenes del gobierno republicano. Esta nauseabunda infamia, a la que no es ajena algún partido que se niega a condenar la dictadura, impide restituir la memoria de nuestra historia y permite que grupos como DN sigan rindiendo honores a personajes como el Caudillo que impusieron a sangre y fuego sus patrióticos ideales aunque para ello fuera necesario ejecutar un exterminio ideológico que acabó con la vida de miles de españoles. La puñalada que mató a Carlos no es solo responsabilidad del soldado neonazi. Hay muchas más manos que participaron en este crímen. Y no solo la de los depravados patriotas que citaba Wilde. También las de una sociedad cobarde que se hace cómplice con la pretensión de no reabrir heridas y que no se atreve a llamar a cada uno por su nombre.
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