INDICIOS DE UNA SOCIEDAD ENFERMA
El "matagatos" de Talavera, ese joven concejal del PP que asesinaba felinos y luego se fotografiaba sonriente con los cadáveres fruto de su hazaña, ha salido impune de estos actos. Según un juez, se trataba de una cacería en la que los animales no sufrieron demasiado, por lo que archiva el caso desestimando el componente sádico que pudiera derivarse de sus fechorías. Al margen de la cuestionable percepción del sufrimiento que alega el magistrado, ¿extraña a alguien esta conclusión? En una sociedad donde el maltrato animal, ya sea en forma de montería o de festejo popular, no solo es admitido sino defendido como una tradición irreductible, ¿cabe escandalizarse por esta decisión judicial?. Sin embargo, en el abc de la psiquiatría, la crueldad contra los animales aparece como la antesala de la piscopatía. El supervisor del FBI, Allen Brantley, aseguraba que estos comportamientos no son propios de un individuo sano...son una señal de alarma. Los más famosos asesinos en serie de la historia comenzaron su trayectoria criminal ensayando sus fantasías sádicas con animales. El estrangulador de Boston y el vampiro de Dusseldorf experimentaban, igual que el exhonerado matagatos, esta suerte de cacerías contra perros o gatos. Pero lo que más preocupante me parece es la complicidad legal y ciudadana que acompaña a estos indicios de enfermedad mental. Esa sociabilización de la crueldad que en nuestro país se disfraza de cultura e identidad patria y que transforma en diversión actividades tan "lúdicas" como la del toro de la Vega. Ningún animal mata por placer excepto el ser humano que quebranta esta ley de la selva dejando detrás su rastro de poder sobre la vida y la muerte de los que considera inferiores. La permisividad e impunidad sobre estos hechos solo sirve para alimentar el caldo de cultivo de una sociedad que, lejos de ser civilizada, nos da múltiples indicios de estar gravemente enferma.
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