LA CUENTA ATRÁS
Quedan tres meses para la cumbre contra el cambio climático que se celebrará en Copenhague. Apenas cien días para que los gobiernos de este planeta se comprometan para adoptar medidas que consigan ralentizar este proceso. Mientras tanto, las noticias sobre el deshielo de los glaciares inundan los informativos sin que la población mundial parezca tomar conciencia de lo que se avecina. Sin ánimo de ser apocalíptica, la realidad me lleva a pensar que la supervivencia de nuestra especie ha entrado en una diabólica cuenta atrás que no contempla ningún punto de retorno. Los seres humanos, enfrascados en nuestras miserias cotidianas, permanecemos en estado catatónico ante lo que debiera ser una prioridad absoluta: evitar que las condiciones para la vida desaparezcan de la tierra. La mayor matanza de la historia de la humanidad se está gestando a pasos agigantados ante nuestros incrédulos ojos. Para desacelerar el proceso es imprescindible mover voluntades políticas y sociales que, hasta ahora, permanecen enrocadas en la negación de la evidencia. La naturaleza nos está echando un pulso mudo pero implacable, asqueada por nuestra estupidez y la indiferencia de la que hacemos gala ante sus claras señales de aviso. Solo quedan cien días para lo que podría ser nuestra última oportunidad. Podemos sentarnos a esperar que la inercia de nuestra ceguera acabe con todas las posibilidades de futuro. Podemos confiar en que los gobiernos tengan una revelación mística y nos salven de la hecatombe. O podemos tomar las riendas de la situación y organizar una guerrilla ciudadana que se rebele ante lo que ya se adivina como la guerra del fin de nuestro mundo. La guerrilla contra la avaricia, la estulticia y la prepotencia de nuestra especie. Contra esa oleada de necedad que amenaza con ahogarnos mucho antes de que lo hagan los glaciares. De nosotros depende.
Publicada en el Periódico de Aragón el 8 de septiembre del 2009 y en El País y Heraldo de Aragón el día 9
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