BOMBAS POR CAMPANAS
Estrenamos año. El 2009 ha entrado en nuestras vidas con estruendo de bombas y misiles. Su banda sonora se escribe en Palestina. Pero también en Bilbao, donde el terror tomó forma de explosivo a las puertas del 2009 para callar con su ruido cualquier posibilidad de libertad de expresión. Esta melodía de violencia se reproduce a lo largo y ancho del planeta. Sus
notas nos amarran a la muerte, a la sinrazón de una especie que, año tras año, interpreta la misma maldita pieza a sabiendas de que se trata de una interminable marcha fúnebre.
Como músicos enajenados, incapaces de tocar nada nuevo o improvisar sobre la marcha, nos precipitamos al 2009 sustituyendo bombas por campanas. La locura nos impide escuchar otros rumores que solapan el fragor de las contiendas y que pretenden entonar sinfonías de paz y entendimiento entre los pueblos. Autista ante el sufrimiento ajeno, nuestra civilización avanza dejando a su paso un reguero de sangre
e injusticia.
En este perro mundo, donde la vida de muchos no vale nada, hemos celebrado la llegada del nuevo año con la esperanza de que se lleve los negros presagios del pasado. Pero la música de fondo que acompaña al 2009 nos enfrenta
a la cruda realidad, a la terrible certeza de que no parecemos capaces de aprender
nada de nada.
Publicado en diario Público el 3 de enero del 2009 y en El Periódico de Aragón el 4 de enero del 2009
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