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COMO UN CASTILLO DE NAIPES

 

 

 

La globalización económica propició que los tiburones financieros de las grandes multinacionales extendieran sus tentáculos por la geografía mundial. Allí donde la mano de obra fuera más barata, los derechos laborales más huérfanos y la predisposición de las autoridades nativas más generosa (en cuanto a facilitar infraestructuras y subvenciones para la implantación de estas empresas), en ese lugar idílico, levantaron gigantescas plantas cuyo objetivo principal era abaratar los costes de producción. La General Motors de Figueruelas (Zaragoza) responde a este patrón. Como muchas otras empresas del sector, como la Ford o la Seat, la GM anuncia recortes de la producción en todas sus fábricas europeas. Su argumento es que la venta de vehículos en el viejo continente ha descendido en los últimos meses de este año. Sin embargo, durante el 2007, GM obtuvo ganancias en tres de sus cuatro regiones mundiales. ¿Por qué no se globalizó la reinversión de estos beneficios para adecuar la producción a las necesidades de un nuevo mercado y asegurar el empleo? Sencillamente, porque nada ni nadie se lo exigió. Las reglas del libre mercado alumbraron la externalización de muchas funciones de los talleres y ahora nos tenemos que enfrentar a un expediente de regulación que afecta a seiscientos trabajadores. Muchas familias aragonesas comen, directa o indirectamente, de la actividad derivada de esta empresa. Los sindicatos tienen una oportunidad excepcional para recuperar su fuerza y su credibilidad. Si saben extender la defensa de estos puestos a la población aragonesa, quizás no pasemos a la historia como un naipe más de esta violenta avalancha que amenaza con arrasar el movimiento obrero. 

Publicado en El Periódico de Aragón  14 de octubre de 2008

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