Opel, ¿negociación o lucha?
Veinticinco mil familias aragonesas dependen directa o indirectamente de la actividad de Opel-Figueruelas. La desaparición de la planta supondría una catástrofe de dimensiones desconocidas para Aragón. Por si no fuera lo suficientemente grave el número de despidos anunciados, se perfila un porvenir para la factoría que no pinta nada halagüeño. Ya son muchas las voces que se alzan entre los trabajadores en contra de seguir haciendo concesiones. Se puede ceder, están dispuestos a rebajarse los sueldos para mantener los empleos, ¿pero dónde debe situarse el límite de estas concesiones?. Además, aunque la plantilla se sometiera a todas las condiciones de la multinacional, ¿garantizaría eso que no dejarían de fabricar aquí en un plazo no muy lejano?. Los planteamientos de Magna no parecen seguir la lógica de las finanzas. Desmantelar parte de la producción y trasladarla a Alemania parece más una decisión política que económica. Pero, de cualquier forma, demuestran mucha determinación en la ejecución de su estrategia. La amenaza de que Opel-España desaparezca pasa de ser, más allá del mal augurio de los más pesimistas, una posibilidad inquietante para la sociedad aragonesa.
Existen discrepancias sindicales respecto a la forma de encarar el conflicto. Los sindicatos mayoritarios han tomado una actitud más negociadora, frente a la combativa propuesta por otros. Si la incertidumbre por sus empleos está tan extendida entre los operarios, ¿no sería más razonable emplear toda la artillería para defender los puestos de trabajo? Que las instituciones de la comunidad o las centrales aporten luz sobre este asunto no parece muy probable de momento. Quizás, el hecho de que Magna se esté quitando la piel de cordero para mostrar su verdadera naturaleza sea una suerte. Debería servir para que se consiga la unión sindical en la lucha frente al gigante automovilístico.
Publicado en Público el 17 de octubre del 2009
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