CON FALDAS Y A LO HOMÓFOBO
El presidente de la Conferencia Episcopal ha puesto el grito en el cielo porque, durante el Carnaval de Gran Canaria, una majestuosa drag queen utilizó la estética mariana (la de Rajoy no, la de la virgen) para mostrar un espectáculo de luz y fantasía. Inmediatamente pidió respeto a sus creencias por lo que consideraba una burla y una falta de respeto. Servidora, desde su sensibilidad atea mil veces ofendida, comprende en parte su disgusto. He sentido algo similar cuando las monjas me hablaban de trinidades imposibles y palomas preñaderas o de arcángeles(de dudosa filiación sexual) que defendían a espadazos el orden celestial. Yo también estaba segura de que se me cachondeaban y el mosqueo me dura todavía.
Sobe todo cuando unos señores con faldas, alguno como monseñor Cañizares hasta con bata de cola, arremeten como miuras contra el colectivo LGTB y consideran contra natura disfrazarse de drag queens. ¿Acaso temen que les roben protagonismo?.
De cualquier forma, cabría esperar de quién reclama respeto que se aplicara a sí mismo la misma vara que con el prójimo. Pero los Obispos carpetovetónicos no se distinguen por un enfoque cristiano a la hora de juzgar las diferencias. No pierden oportunidad para definir la homosexualidad o la transexualidad como un error de la naturaleza propio de enfermos y pervertidos. Claro que, si de lo que habláramos es de los miles de niños que han sido violados por religiosos en todo el planeta, el discurso cambia radicalmente. Son los críos los que van provocando , como pequeños satanes, para tentar a los pobres sacerdotes. Aquí se impone el perdón de la oveja pederasta y de vuelta al redil. ¡Dios es generoso! Eso si no eres mujer, transexual, gay o lesbiana. Porque en todos estos casos el creador se pone tiquismiquis y te manda de cabecica al infierno por un quítame esas pajas.
Bueno, eso es lo que nos cuentan sus representantes terrenales al menos. Porque aunque a los Obispos se les supone célibes se refieren a la sexualidad ajena pontificando como auténticos eruditos. A veces con ejemplos gastronómicos, como el Obispo Munilla, que asegura que el sexo heterosexual es como el jamón de jabugo y que el homosexual una paleta cocida y baja en grasa. Desconozco en qué tipo de experimento erótico-culinario basa esta afirmación. Pero casi prefiero no saberlo.
En esa línea de respeto que reclamaba el jefe de la Conferencia, nos encontramos con otro de sus chicos, Casimiro López, que asevera en su hoja parroquial que el matrimonio homosexual fomenta la destrucción de la célula familiar y gangrenael desarrollo de la persona humana. De las inhumanas no dijo ni pío.
Y por la misma linde anda uno de mis faldilocos favoritos, monseñor Reig-Pla, quién guiado por esa piedad supina que le caracteriza afirmó sin miramientos hablando de los homosexuales: Os aseguro que se encuentran en el infierno. Pues mire, si el cielo está plagado de cretinos como usted, yo ya me voy pidiendo plaza en el Averno.
Los ejemplos del "respeto" que la sección ultracatólica nacional demuestra hacia el colectivo LGTB son tan profusos como disparatados, pero no quiero aburrirles. El odio irracional hacia la diferencia se ha vuelto a sacar a pasear con un autobús naranja que invita a la transfobia. Le llaman libertad de expresión pero no pueden ignorar que están cometiendo un delito tipificado en el código penal de incitación al odio. La iniciativa surge el colectivo "Hazte Oír"´, una asociación integrada por los sectores más ultras de la religión. Digamos que actúan como sus portavoces y exhiben sin pudor su intolerancia.
Son muchos las criaturas que optan por suicidarse en un ambiente hostil que les impide desarrollar en libertad su sexualidad. Muchas más las que sufren acoso o marginación .Y miles que deben ganarse la vida vendiéndose a machitos honorables padres de familia. Algunos de misa semanal y comunión. Total, siempre pueden confesarse y ese dios machista al que veneran les palmeará la espalda. Dos padre nuestros y un ave maría y asunto liquidado.
A los Obispos les ofendió ese drag queen que lucía tan hermosa que podía eclipsar a la mismísima virgen del Rocío. Pero curiosamente no les ofende el hambre, la injusticia, los escándalos sobre abusos que les salpican cada día, el desamparo de los refugiados que llaman pidiendo ayuda a nuestras puertas. "Hay que separar el grano de la paja" - fue la respuesta del mezquino Cañizares. Evidentemente, él es la paja. Una paja huera y sin vísceras humanas como un corazón. Una paja que también ardería de mido en el infierno.
Desde mi punto de vista ateo, tienen suerte estos mendas. Porque, si Jesucristo levantara la cabeza, lo de los latigazos en el templo iba a ser una moñada. Pero está claro que estos tipos tampoco creen en nada. Nos insultan, se nos ríen en la cara con esas batas de cola de finas sedas, con sus zapatos de Guzzi , extendiendo sus anillos para ser idolatrados en medio de una parafernalia carnavalesca. Y claro, acaban sintiéndose reinonas, igual que la queen canaria pero con bastante menos gracia. Ahí radica la verdad de tanto odio. ¡Qué mala es la envidia!
0 comentarios