DELITOS CONTRA EL SENTIMIENTO
Por lo visto, hay muchas clases de delitos. Algunos pertenecen al terreno de lo etéreo. Afectan a las creencias más íntimas de algunas personas, por eso son complicados de explicar. En esta categoría estaría el delito contra el sentimiento religioso, un cargo que últimamente se está repitiendo con demasiada frecuencia. Los estudiantes imputados por la protesta en la capilla de la Complutense o el payaso Leo Bassi violaron esa intangible norma. Al menos en la opinión de las organizaciones de la ultraderecha católica que actúan como parte acusadora. Su sensibilidad religiosa se sintió injuriada por las respectivas performances de unos y de otro. Hasta aquí, me parece normal. La sátira y la provocación son armas poderosísimas contra la intransigencia. Por eso resulta lógico que la jerarquía católica-nacional se sienta amenazada por aquellos que, expresando en absoluta libertad de pensamiento su opinión, pudieran ayudar a reflexionar a sus bases. Imagínense que a su rebaño le diera por pensar. Por someter su fe al tamiz de la ironía y la razón. Podrían pasar dos cosas: Una avalancha masiva de deserciones o una reforma total de la Institución. Quizás ambas simultáneamente. En cualquier caso, ayudaría a sanear el Planeta y la propia dignidad de los cristianos que viven oprimidos por una oligarquía que criminaliza la crítica y la duda. Y aquí entramos en otra parcela peligrosa, porque mi sentimiento de librepensadora también se siente amenazado por tanta intolerancia. Por una sociedad cada vez más irrespirable que intenta someternos a cristazo limpio para que no le demos tanto al coco. Pero seguro que a mí, ni dios me protege de esto.
Publicado en Público y Diario del Alto Aragón
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