PARA LA LIBERTAD
Repasando el contenido de la ley de Seguridad Ciudadana, una sensación de asfixia añeja y rancia me ha robado el aliento. Mi adolescencia transcurrió paralela a la transición. Recuerdo nítidamente la alegría colectiva de una mayoría social que abandonaba el susurro, los silencios impuestos a punta de pistola, las mordazas que impedían que la gente pudiera expresarse libremente. Pero también recuerdo la ira irracional de quienes seguían defendiendo la dictadura fascista y la bota de hierro que aplastaba al que osara disentir del pensamiento único que impone su ideología.
En este periodo hubo muchos crímenes impulsados por el odio a la libertad. Algunos, como el de los abogados laboralistas de Atocha en Madrid, han hecho correr ríos de tinta por la brutalidad homicida que emplearon sus ejecutores. Otros pasaban camuflados por una versión oficial que convertía a la víctima en peligroso delincuente y justificaba el asesinato como un acto de "defensa propia". Así le pasó al aragonés de 32 años Vicente Basanta López. A las nueve de la noche del 5 de febrero de 1977, el joven estaba realizando una pintada en un muro: "Trabajo sí, policía no". Vicente fue abatido a tiros por la espalda por un policía que tan siquiera estaba de servicio. Tres impactos de bala, dos de ellos en la nuca, al más puro estilo de una ejecución. La maquinaria difamatoria se puso en marcha para tapar este feo asunto. A la familia se le negó el derecho a juicio pero se admitieron pruebas e informes inventados para ensuciar la reputación de Basanta.
Había que reinventarlo como el prototipo de delincuente que encajara con los hechos que describía el informe policial pese a que contradecía las evidencias forenses. El caso fue sobreseído.
Pocos meses después, un muchacho almeriense de diecinueve años fue asesinado de forma similar. Francisco Javier Verdejo era hijo de un alcalde franquista. Unos guardia civiles le acribillaron mientras intentaba hacer otra pintada: "Pan, trabajo y libertad". Solo llegó a escribir "Pan, t ". En esta ocasión la familia, adepta al régimen, no quiso poner denuncia. La investigación se cerró con una controvertida versión que exoneraba de responsabilidad a los guardia civiles.
La memoria de Vicente Basanta siguió viva entre sus familiares y amigos. Gente humilde pero de corazón irreductible que pudo lograr, tras la creación de la Comisión Ciudadana en 1996, limpiar su nombre y sacar la verdad a la luz.
La historia de Vicente Basanta y su familia parece presa de una maldición. Recientemente, un sobrino suyo ha muerto de un disparo cuando se procedía a su detención por su posible implicación en un atraco. La versión policial narra que la muerte se produjo accidentalmente. Al parecer, la provocó el propio Moisés Basanta al abrir la puerta de su coche con tanta brusquedad que golpeó el arma reglamentaria del agente causando que se disparara de forma involuntaria. Moisés recibió un tiro en el tórax que acabó con su vida. Son esas carambolas del destino que te ponen los pelos como escarpias. La familia exige una investigación más a fondo del suceso. Su abogado pide que sea la guardia civil , y no el propio cuerpo de policía nacional, quienes la lleven a cabo. Por una razón de mera higiene y transparencia (y porque los dramáticos antecedentes lo merecen) debería ser así. Pero una cuestión de competencias lo hace imposible. El cuerpo nacional de policía será juez y parte.
El pasado y el presente se entremezclan con demasiada frecuencia en estos días. Habitamos en un presunto estado democrático pero sus mecanismos se alejan progresivamente de un estado de libertades y derechos. La "Ley Mordaza" nos vuelve a dejar vencidos y desarmados frente al poder policial, judicial y político. Las versiones oficiales adquieren la categoría de dogmas frente al testimonio de los ciudadanos. Nuestro derecho de manifestación, de protesta pacífica frente a lo que nos ofende y amarga la existencia, severamente sancionado. Los progenitores de la ley sostienen que pese a ello, seremos libres como pájaros. Pero se refieren a la libertad de la que goza un ave disecada a la que previamente se le han amputado las alas y la lengua.
La derogación de esta ley debe convertirse en objetivo prioritario para cualquier gobierno decente que resulte de las próximas elecciones. El camino de la libertad está sembrado de minas y de trampas. De discursos torcidos y viajes en el tiempo hacia la España más negra y más profunda. Pero eso no debe desanimar a sus amantes. Una atmósfera de cambio está flotando en el ambiente, La libertad siempre vuelve a abrirse paso pese a las mordazas y grilletes. Ya lo dijo un poeta que murió por ella: "Porque donde unas cuencas vacías amanezcan/ella pondrá dos piedras de futura mirada/ y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada."
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