ALLONS ENFANTS!
Ana Botella exige a los jueces (porque ella lo vale) que no escuchen el sentir de la calle. Que eso son cosas de la Revolución francesa. ¡Ay Anita! Siempre te pierde la boca. Debe ser cosa de familia. Aunque tú no lo sepas, los plebeyos que tanto os incomodan, esos que quieres que ninguneen los jueces, no son extraterrestres. Son ciudadanos que tratan de ejercer libremente sus derechos. Todo un descabello para tu esperpéntico concepto de la democracia. El caso es que, disparates aparte, una revolución en su momento, como la francesa, nos hubiera evitado muchos traumas. De entrada, la religión no estaría legislando sobre la libertad reproductiva de la gente. Además puede que el recuerdo de una expeditiva guillotina lograra que los gerifaltes se lo pensaran dos veces antes de explotar, engañar o traicionar a su pueblo. Pura pedagogía que les haría más proclives a escuchar la voz de la calle. A empatizar con los problemas e inquietudes de una ciudadanía que ha depositado en ellos su confianza. Aquí las cosas funcionan de otra forma. La Audiencia de Madrid (un tribunal que no está compuesto por una única jueza) defiende el escrache a la vicepresidenta como un mecanismo democrático. Un acto legítimo de protesta que no implica violencia ni coacción. Pero a la clá pepera no le gustan los jueces que les contradicen. Cuando orquestaban y aplaudían escraches contra otros, como Bibiana Aído, lo consideraban un ejercicio de libertad de expresión. Ahora que son ellos el objeto de las reivindicaciones de los perjudicados por sus decisiones políticas, hablan de nazismo. Mientras tanto, Aguirre dice haber pensado mandar a los cachorros de NNGG a las puertas de la jueza. El Partido Popular, aliado con la caverna mediática, está lanzando inquietantes mensajes a la jueza. Y hasta se ha llegado a facilitar el código postal de Isabell Valldecabres incitando a su acoso. ¡Cómo son estos chiquillos! Si no se salen con la suya pillan una pataleta y se cambian las reglas.
Lo dicho, una engrasada guillotina (metafóricamente hablando, se me entiende) ya nos viene haciendo mucha falta. Allons enfants!
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