CUCHILLADAS
Puedo intuir (es más, conozco muchos testimonios) las razones que empujan a millones de seres humanos para abandonar su tierra, su familia, sus tradiciones y costumbres y emprender la peligrosa aventura de la emigración. En la mayoría de los casos, esa fuga la desencadena la violencia. Una violencia estructural que mantiene a los pueblos en la pobreza y la desesperanza a la par que son reprimidos con mano de hierro. Escapan de las cuchilladas que les propina un sistema que no atiende a criterios de justicia respecto a la redistribución de los recursos planetarios. Aún peor, un sistema que sostiene conflictos bélicos o apoya a crueles dictadores que desprecian los derechos humanos. Todo para que la élite financiera siga manteniendo el control de las fuentes de riqueza. El desenlace de esta huida hacia adelante, hacia el espejismo de la seguridad y el bienestar del primer mundo, acaba en tragedia con demasiada frecuencia. Occidente quiere permanecer blindada a la miseria que genera en otros países. Vamos a cagar a casa del vecino pero no estamos dispuestos a que el vecino nos moleste pidiéndonos un puñado de sal. Por eso levantamos vallas y nos permitimos coronarlas con un entramado de cuchillas. Una malla "anti-trepas" que, a mi corto entender, hace mucha más falta entre la caspa dominante. ¿Qué será lo próximo? ¿Se abrirá la veda de los inmigrantes? Y otra cuestión: Ahora que nuestros hijos y hermanos huyen de las navajadas patrias del paro y la precariedad, ¿entenderemos que allá donde vayan desgarren sus blancas carnes con las cuchillas del desprecio y la explotación?. Las cuchillas, algunas veces tienen doble filo. No parece muy inteligente amenazar al prójimo mientras empuñamos el reverso de la hoja con la mano. No importa de qué color seamos o a qué nacionalidad pertenecemos, la sangre que brota de los acuchillados a cualquier lado de las vallas de la desvergüenza, siempre será roja. Tengan ésto muy en cuenta.
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