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FACHAS

FACHAS El día después del golpe de estado en el 81, el instituto público en el que estudiaba bachillerato apareció plagado de pintadas amenazantes muy explícitas realizadas por grupos de extrema derecha. Se trataba de un centro donde intentaban educar a los adolescentes en la libertad y el uso de la razón. Libertad y razón, los dos conceptos que más odian los fascistas. Eran tiempos peligrosos. Cinco años antes, un comando de ultras había asesinado a los cinco abogados laboralistas de Comisiones Obreras en su despacho de Atocha. Una matanza masiva a sangre fría motivada por un odio ciego, inexplicable. Durante varios días, los seguidores de Blas Piñar acudieron a recibirnos a la salida del instituto para mostrar su afecto a estudiantes y profesores con cadenas y puños americanos. La policía nunca llegaba a tiempo. Las denuncias se archivaban o directamente, no se ponían por temor a las represalias. Teníamos miedo. Eran impunes y violentos, muy violentos. Nunca se ilegalizó a este tipo de asociaciones claramente terroristas pese a las muescas que pudieron grabar en sus pistolas. Permanecieron en estado latente durante algún tiempo. Sacando pecho de vez en cuando desempolvando la bandera del inclíto pollo o grabándose esvásticas en el cogote. Cosas de simios descerebrados. La cantera se fue renovando generacionalmente. Por desgracia, nunca faltan tarados ni piscópatas para montar una banda de matones bajo el pendón de cualquier causa. Pero últimamente parecen estar saliendo de sus madrigueras. Irrumpen en actos públicos embistiendo al personal como mardanos en celo. Montan exposiciones, con una más que evidente apología del fascismo, en colegios públicos con la aquiescencia de la autoridad consistorial, pepera casualmente. Incluso son muchos los miembros de NNGG (que son la cantera de un partido que se denomina democrático) los que aparecen fotografiándose ufanos junto a simbología nazi o preconstitucional. Se están viniendo arriba. Probando, a ver qué pasa. Y como no pase nada, estas bestias pasarán a mayores. ¿O acaso esperaremos a que haya otra matanza como la del 77? ¿Debemos resignarnos de nuevo a los puños y cadenas? Lo digo, por ir haciendo la maleta.

1 comentario

Ru -

Me aterra el auge que están teniendo las ideologías extremistas estos últimos años. Y gran parte de la juventud, aunque no me incluya, permanecemos indiferentes ante ello. Ojalá creyera en algún dios para rezarle y consolarme un poco.