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¡QUE SOY COMPAÑERO COÑO!

¡QUE SOY COMPAÑERO COÑO!
El secretario del SUP se reitera en el lamentable tuit que colgó en las redes sociales: ¡Leña y punto!. Sánchez Fornet sostiene así su desliz internaútico y se viene arriba afirmando que, a pesar de la negativa del gobierno, hay policías infiltrados entre los manifestantes.
Explica el hombre que es una práctica común camuflar agentes entre bandas de narcotraficantes o grupos terroristas y que a nadie le parece mal. La cuestión es en qué categoría clasifica a los aporreados, tiroteados y vejados ciudadanos que, ¡oh ilusos!, pretendemos ejercer nuestros derechos fundamentales de manifestación o libertad de expresión. ¿Nos convierte ésto en peligrosos miembros de Al-qaeda? Así deben interpretarlo las autoridades cuando la respuesta a nuestras ínfulas democráticas son una somanta de hostias como la más pura tradición fascista manda.
La mañana del 26-S, los autobuses que salían desde Zaragoza a Madrid fueron abordados por las fuerzas de inseguridad del estado. A sus ocupantes, entre ellos chiquillos o personas de avanzada edad, se les cacheó, registró y escudriñó con los hocicos de unos canes que portaban otros perros cancerberos del orden institucional. Viajar a Madrid en este día, los convirtía en potenciales criminales que no merecían otro trato que el de la vejación y el abuso. Luego, en la capital del reino, llovieron palos, pólvora y balas de goma contra los rebeldes al estupro social que padecemos. Hay que cumplir la legalidad dice Cifuentes. ¿Se referirá la delegada del gobierno a esa legalidad que se pasa por el forro su marido ( en paradero desconocido y con una orden de busca y captura sobre su persona)? ¿O acaso a la que ha quebrado su partido vendiendo gato por liebre con un programa electoral más falso que un euro de cartón? Pues va a ser que no. Es obvio que la policía española tiene otras prioridades que la de perseguir estafadores o corruptos. Los verdaderos enemigos de la patria (esa que usurpan divinamente la progénie ideológica del difunto tío Paco) somos los demócratas, nos lo están dejando claro.
El presidente, como tiene por costumbre, aprovecha sus estancias en el extranjero para hacer declaraciones sobre nuestro país. Desde Nueva York, alaba a esa mayoría que no se manifiesta y que sufre en silencio las almorranas del paro, la miseria y la injusticia con la que nos inundan.
Con las brasas de su puro prende fuego al ignominioso artículo publicado en el New York Times que muestra esa España en blanco y negro de personas rebuscando en los cubos de basura. Falacias anti-españolistas. Nos tienen manía, brama la caverna.
Mientras tanto, el caleidoscopio nacional no miente. Por muchas vueltas que le den, nuestra sociedad refleja las pinturas negras del paro, los desahucios, las interminables filas en los comedores sociales o la represión.
Cuando se rocían las calles de gasolina, no parece buena idea sacar a los maderos a caldear el ambiente. La leña que reparten indiscriminadamente aviva las llamas de la hoguera. Hasta les cuesta reconocer a sus propios agentes infiltrados que se ven obligados a gritar: ¡Que soy compañero, coño! para que no les partan el alma los colegas.

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