GALLARDÓN AL NATURAL
El Ministro de justicia me provoca un desasosiego similar al que transmite el personaje kafkiano Gregorio Samsa. En la ficción literaria, el protagonista de La Metamorfosis va mutando hasta transformarse en un insecto monstruoso que repugna a gran parte de la sociedad que le rodea.
Con Gallardón está pasando algo parecido. Aunque su metamorfosis ha sido más bien un streep-tease. Tras desnudarse de la conveniente piel de moderado, que tanto rédito político le reportó, aparece Gallardón al natural. El genuino. Ese del que su padre alardeaba por ser más facha que el propio progenitor. El fundamentalista misógino que quiere difuminar la catastrófica gestión de su gobierno arrojando la libertad reproductiva de las mujeres a los deseos de los grupos ultracatólicos de presión. Don Alberto no parecerá, como le pasaba a Samsa, una gigantesca cucaracha a los inquisidores ojos de los grupos pro-vida. Están emocionados con su nuevo look de Torquemada en plena caza de herejes abortistas. Pero suprimir el supuesto que autoriza la interrupción del embarazo por malformación del feto no les deja plenamente satisfechos. También exigen que se elimine el consejo genético. Es decir, pruebas como la amniocentesis que pueden detectar graves enfermedades o deformidades antes del nacimiento. Vamos, que van a seguir empujando hasta abolir la ley del aborto completica.
El ministro mutante sabe (como lo saben esos hipocritas meapilas de Hazte oír o Derecho a Vivir) que las consecuencias de penalizar el aborto no disminuirá el número de los que se practicarán. Las señoras y señoritas de "buena familia" que quieran librarse del "problema" lo harán discretamente, como antaño. Con todas las garantías sanitarias para que su recuperación sea pronta y no les impida acudir a la misa de doce del domingo para expiar la faltilla. Las otras, las desnaturalizadas proletarias, volveremos a la clandestinidad y a los riesgos sobre la salud y la libertad que entraña la ilegalidad. Es de una hipocresía supina y refinadamente cruel tratar de obligar a traer al mundo criaturas con severas discapacidades a la par que se recortan todo tipo de ayudas y subvenciones para los dependientes y sus familias.
Puede que los talibanes anti-abortistas vean en Gallardón a un Mesías capaz de materializar sus sueños más dogmáticos y represores sobre el pueblo llano. Pero algunos solo vemos un ortóptero viscoso que se ha quitado la careta. Un mal bicho chaquetero y oportunista que no siente escrúpulos en usar el populismo penal contra las mujeres, los pacifistas o cualquier colectivo que le ayude a ganar puntos entre la fachada nacional. Cortinas de cinismo para pretar las inquietas filas filas de la derechaza y distraer al personal mientra continúa el desmembramiento del estado.
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