EL ESCUADRÓN SUICIDA
Para que vayamos teniendo las cosas cristalinas: Si usted es trabajador/a en este país ocupado por el totalitarismo financiero y todavía piensa que puede quedar algo de vida y esperanza después de esta reforma laboral, desengáñese. Los carrroñeros están de buen humor y eso les abre más el apetito. La deconstrucción de derechos laborales y representación sindical que el Gobierno les ha puesto en bandeja solo les ha parecido un tentempié. Delicioso pero insuficiente para saciar su voraz glotonería. Ellos son así. Todo voracidad y diente. Y no se si habrá sido un efecto óptico. Pero juraría haber visto crecer los colmillos de Rossell, mientras solicitaba que se revise el derecho a la huelga.
Es el crimen perfecto. En manos de la insaciable patronal, la reforma es un lanzallamas. Ahora falta neutralizar a los bomberos. Desactivar a los toca-pelotas sindicalistas ha sido otro regalito del Gobierno (Ya sabemos de la tendencia a obsequiarse entre amiguitos del alma). Pero insatisfecho, Rossell pide más y más. Prohibir la huelga es arrebatar la última trinchera de la clase trabajadora. La General que España protagonizó en 1919 tuvo como resultado que fuéramos los primeros del mundo en instaurar la jornada laboral de ocho horas. Muchos hombres y mujeres, trabajadores/as y sindicalistas, padecieron persecución, cárcel e incluso perdieron la vida para obtener estos triunfos sociales. Si no reaccionamos, todas esas lágrimas y sangre derramadas habrán sido en vano. Mereceremos la esclavitud que llama a nuestra puerta.
Una vez perdido todo, siempre podríamos organizar escuadrones suicidas para materializar nuestras protestas. Pero ¡ojo! seguro que en la próxima reforma se incluye un anexo prohibiendo los suicidios, como hacen con los operarios chinos. Aunque no parece un argumento suficientemente disuasorio que suicidarse sea otra posible causa de despido procedente. Aún te entran más ganas.
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