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¡NI UN PASO ATRÁS!

¡NI UN PASO ATRÁS!

Ya estamos en el 2012 pero, a pesar de haber cambiado un dígito, la Gran Estafa continúa implacable su ofensiva global. También cambiamos de Gobierno. Y en ésto sí que hemos batido marcas: En apenas una semana en el poder ya se han desdicho de sus principales promesas electorales. Habrá más impuestos. Algo con lo que estaría de acuerdo si fueran proporcionales y se persiguieran la evasión de capital y el fraude fiscal.

 Pero la cosa no va por ahí. Ni tampoco estos impuestos parecen destinados al patriótico fin de mantener las garantías sociales o las infraestructuras del Estado. O a crear más empleo. ¡Ni hablar del peluquín! La pasta que se recaude exprimiendo los derechos (y los bolsillos) de los contribuyentes tendrá el mismo uso que la millonada que el BCE nos soltó hace cuatro días. Todo está destinado a tapar ese agujero insondable de la banca.
Curiosamente, los delincuentes financieros que han hundido la economía mundial con sus juegos especulativos son los perceptores del rescate. ¿Y adivinan quiénes son los paganinis del fraude? Pues sí, la gran mayoría que no pertenecemos a las élites acomodadas. Trabajadores, parados, dependientes, jóvenes, desahuciados... Una legión de parias que se debe resignar a servir de carnaza para un nuevo orden mundial al que los gobiernos tienen poco o nada que contradecir.
Pero antes de que los huesos se nos hagan a las penas y estiremos el pescuezo para ajustar el yugo, podríamos poner a prueba nuestra fuerza.

Hacer de cada puesto de trabajo, de cada desahucio, de cada derecho cercenado, una trinchera solidaria. Barricadas humanas desde donde avisar a estos depredadores que no despreciamos la lucha cuerpo a cuerpo. Que no vamos a retroceder un paso ante su usura psicópata. Que somos más y cada vez más indignados. Y a ellos, esos cerdos con peor origen que los cerdos, dedicó estos versos de Hernández a modo de advertencia:

Por haber engordado tan baja y brutalmente, más abajo de donde los cerdos se solazan, seréis atravesados por esta gran corriente de espigas que llamean, de puños que amenazan.

Algunos no nacimos para bueyes. Que vayan tomando nota.

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