LAS ENTRAÑAS DEL HORROR
En un informe del Consejo de Europa podemos encontrar espeluznantes relatos sobre el tráfico de órganos en Kosovo. En pleno corazón de Europa y bajo el amparo de EEUU y la OTAN, grupos de guerrilleros albano-kosovares cebaban a los prisioneros serbios para garantizar el buen estado de los órganos que, tras su ejecución, les extraerían para venderlos en el extranjero. No estamos hablando de China, donde un régimen totalitario que no esconde su crueldad lleva años comerciando con los órganos de los condenados a muerte. Hecho que, por otro lado, no ha sido suficiente revulsivo para evitar que las potencias occidentales se fundan en inmorales abrazos mercantiles con el gigante chino. Esta vez la monstruosidad ha sucedido en nuestro propio patio trasero y no en la casa del vecino africano o asiático. De tanto mirar para otro lado hemos perdido la capacidad de espantarnos de prácticas que convierten en un aficionado al mismo Méngele. Y todo esto con la bendición de Occidente que transformó en héroes a estos desvisceradores de inocentes. Las mismas bandas de albano-kosovares que ahora dominan el tráfico de drogas y la prostitución en Europa y que se organizan en sanguinarias bandas que revientan nuestras casas y urbanizaciones. Los corazones, riñones e hígados de la vergüenza acababan vendiéndose al mejor postor en las clínicas de este civilizado lado del mundo. La violencia de estas mafias es el precio que debemos pagar para que EEUU pudiera conseguir la base de Camp Bondsteel y controlar los oleoductos del mar Caspio. Para ello dieron alas a estos matarifes y eligieron ignorar sus carnicerías. Otra vez sangre por petróleo, ¿Les suena de algo? La diferencia es que esta vez, los monstruos pululan a sus anchas por el continente lucrándose con sus perversas actividades. Son dignos herederos de ese Imperio que, en boca de Reagan, los definió como "luchadores por la libertad". Libertad para traficar con el horror, se sobreentiende.
Publicado en la Tribuna Libre de El Plural
0 comentarios