DOLORES E INTERESES
El régimen franquista no solo represalió físicamente a sus enemigos políticos, les aplicó expolios y sanciones económicas que supusieron la pérdida del patrimonio para sus familias. Como pasó con Blas Infante, no bastaba pagar con la propia vida. Años después de su fusilamiento, su viuda tuvo que afrontar una abultada multa que se le había impuesto post-morten. La crueldad con la que los vencedores actuaron contra los vencidos iba más allá del exterminio personal. Había que dar un escarmiento ejemplarizante y eso incluía la licencia para saquear sus bienes. De esta manera, como en una condena bíblica, también pagarían los hijos de los hijos a los que se les desposeía de cuanto les correspondía por derecho.
Decía Blas Infante: "Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) suelen hablar de conflictos entre ideas y realidades. La diferencia entre ellos y nosotros es esta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados; para nosotros, las realidades de un país son los dolores creados por esos intereses." Y la vigencia de sus palabras es de absoluta actualidad. Como entonces, la política es hoy para muchos la plataforma desde donde se defienden los privilegios de una élite. A los otros, no nos queda más remedio que involucrarnos en ella para librarnos de los dolores que nos producen esos intereses.
La reforma laboral y los recortes sociales también son un expolio contra el pueblo. Un pillaje premeditado del legado natural y moral que corresponde a nuestros hijos. No solo aniquilan nuestros derechos laborales y sociales, también embargan el futuro de nuestra descendencia.
Sus descarnados intereses no van a escatimar en ocasionarnos toda suerte de dolores. Sus incuestionables realidades son, como ocurrió en la guerra, el subterfugio que emplean para justificar sus miserables actos de bandolería.
Publicado en El Plural el 10-10-10
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