HEREDEROS DE SUÑER
La orden de retirar unas fotografías de la exposición que se celebraba en el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad nos devuelve directamente al pasado. A un pasado en el que, la dictadura franquista, utilizó la censura para tratar de controlar al cuarto poder y ponerlo definitivamente al servicio del Estado. Serrano Suñer, ministro del régimen, entendía perfectamente los peligros que entrañaba dar información veraz a los ciudadanos. Por otro lado, no ignoraba que el control absoluto de los medios les proporcionaba la posibilidad de tapar las inconveniencias y ensalzar públicamente aquello que les permitiera lucirse. El Gobierno Valenciano ha actuado como un digno heredero ideológico de Suñer. Conscientes de que una imagen vale más que mil palabras, han pretendido esconder las pruebas gráficas de su delirante periplo por el caso Gürtel. Pero lejos de conseguirlo, lo que han logrado es que todos fijemos los ojos en esas instantáneas que, gracias a la libertad de prensa y a la tecnología, pululan por doquier. No necesitan texto ni comentario de opinión. Nos relatan una historia de imposturas y excesos protagonizada por personajes que representan magistralmente el papel del esperpento. El presidente de la Diputación valenciana, Alfonso Rous, ha salido rápidamente a defender esta retirada. Para alguien que respondió a las protestas de los maestros, que se manifestaban por la política de educación valenciana, calificándoles de "gilipollas" y enardeciendo contra ellos a sus cavernícolas seguidores al grito de "Vamos a rematarlos", la censura es un tema fundamental (incluso fundamentalista), algo lógico. Desinformar a una población, poco o nada instruida, es el principal objetivo de cualquier mentalidad fascista. La cultura, la libertad de expresión y de prensa son sus peores enemigos. Eso lo sabían Franco y Suñer de igual manera que ahora lo saben Camps, Barberá o Rous. Solo que a estos últimos, aún no se les da muy bien la cosa. Afortunadamente.
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