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AVATAR Y LOS PAGANOS

AVATAR Y LOS PAGANOS

A Benedicto XVI no le ha gustado Avatar. La ha definido como una superficial parábola antiimperialista y antimiliarista carente de emociones humanas. Una historia blanda que sirve para reafirmar la moderna pseudoreligión del milenio: el ecologismo. Vayamos por partes. Que el Vaticano reproche a la película su antimilitarismo y antiimperialismo es absolutamente coherente con su trayectoria histórica. Siempre del lado del poderoso, la Iglesia católica no ha tenido pudor en colonizar, a "cristazo" limpio, e imponer su doctrina a los paganos que rendían culto a otras deidades ancestrales. Para ello, desembarcaron con el evangelio de la mano del plomo en el Nuevo Mundo, dispuestos a convertir a "esos salvajes" a dios rogando y con el mosquetón disparando. En cuanto a lo de "parábola superficial", detecto cierto resquemor en las palabras del Pontífice. ¿Acaso pensaba que tenían la exclusiva? Ellos han empleado, de forma recurrente, la figura del avatar en su imaginario. Esa paloma, que misteriosamente era dios ocupando el cuerpo de un ave, no tiene nada que envidiar al argumento de Cameron. El maniqueísmo del que acusan al largometraje ha sido el hilo conductor sobre el que se ha desarrollado su religión. Angeles y demonios, cielo e infierno, salvación o condena eterna. O estás con ellos, en el seno de la Santa Madre Iglesia, o el ejercicio del libre albedrío te conduce derechito a las calderas de Pedro Botero.
Y por último, señalar ese temor hacia el panteísmo militante que inquieta a Ratzinger. La Madre Tierra, como religión alternativa a la católica, empieza a perfilarse como un poderoso competidor. Identificar el movimiento ecologista con un grupo fanático pseudoreligioso y apocalíptico forma parte de una estrategia de desacreditación de la que no se sustraé la Santa Sede. Lo cuál, analizando su largo recorrido en parábolas fantásticas y travestismos trinitarios, no deja de tener bemoles.

1 comentario

frantic -

Bueno, cielo, ya sabes como son las prácticas monopolísticas: intentar hundir a la competencia aun con los medios más desleales y maquiavélicos. En este caso, como te habrás dado cuenta utilizo el término maquiavélico* estrictu sensu.

(*) El fin justifica los medios (Nicolás Maquiavelo).