!POR LOS CLAVOS DE CRISTO!
La tragedia que está viviendo el pueblo haitiano nos muestra también la cara humana de cientos de colaboradores y voluntarios, algunos religiosas y religiosos, que de forma admirable dedican su vida a ayudar a los más desfavorecidos. Vivir en Haití, enfrentarse con cotidianidad a la miseria absoluta, requiere de una entereza moral y una capacidad de compromiso que convierten a estas personas en activos humanos de incalculable valor. Sin embargo, doctores tiene la Iglesia. Y cuando todos continuamos conmocionados ante la dantesca magnitud del terremoto y sus terribles consecuencias, un prócer católico, el recién estrenado obispo de San Sebastián don José Ignacio Munilla, nos regala esta perla: Un mal mayor que lo que está ocurriendo en Haití es nuestra pobre situación espiritual. Y se queda tan ancho, el hombre. Me gustaría apuntarle a este monseñor homófobo y preconciliar que, a mi entender, existe un mal aún peor que la perversión de los valores cristianos que él señala: La jerarquía de la Iglesia Católica. Esa organización medieval que se ampara en lo sobrenatural para seguir ejerciendo su poder sobre la gente. Ese lobby espiritual al que no le tiembla el pulso a la hora de interferir en la política de nuestro país para favorecer a sus aliados patrios naturales. Una institución que se siente representada por personajes como Munilla, nostálgicos de otros tiempos en los que la libertad no era un problema porque no existía. El lapsus lingüiístico del Obispo nos revela que, lejos de volcarse en buscar ayuda para paliar el sufrimiento de los haitianos, su mayor preocupación es el ateísmo rampante que asola nuestra sociedad. Cuestión de prioridades y de entrañas. La mía y la de muchos otros que decidimos apostatar, liberarnos de las telarañas que estos talibanes hipócritas nos quieren imponer a toda costa.
Publicado en Público el 18 de enero y en El Periódico de Aragón el 20 de enero del 2010
1 comentario
frantic -
Sé que a mi madre le va a dar un chungo pero yo, tras esto, apostato ya de una vez.