INDULTO A LA NATURALEZA
La anulación del proyecto del embalse de Mularroya por la Audiencia Nacional, supone el indulto a la mortal condena que planeaba sobre la cabeza de uno de los escasos parajes naturales que se conservan en Aragón. De manera clara y contundente, se reconoce la ilegalidad en la que incurriría la ejecución del proyecto en base a las afecciones irreversibles sobre espacios y especies. Este asunto, que sus defensores han justificado por unas hipotéticas necesidades de los regantes, ha enfrentado a pantanistas y antipantanistas en una pelea frontal en la que, lo que se dirime realmente, son dos formas contrapuestas de entender el futuro de esta tierra. La cultura de las inundaciones y las obras faraónicas que arrasa con todo cuanto se le pone por delante en nombre de un progreso imperativo, y que tan bien plasmaba R.J.Sénder en Imán, contra la de quienes intuyen que ningún futuro nos aguarda si pasa por la destrucción de todo cuanto amamos y necesitamos. Existen alternativas al sacrificio de Mularroya que se desestimaron a pesar de que, además de tener un mínimo impacto medioambiental, constituían un desembolso muy inferior al infladísimo presupuesto del embalse que, por lo que se rumorea, ya se había doblado a casi 30.000 millones de las antiguas pesetas. Teniendo en cuenta el momento económico que atravesamos, ¿no les parece mosqueante que se siga apoyando este modelo de desarrollo?. ¿No será, como malpensamos algunos, que este tipo de proyectos mueven cantidades ingentes de dinero y que los codiciosos ven más posibilidades de trincar en este río revuelto? Por lo menos esta vez, y muchos deseamos que sirva de precedente, la Naturaleza ha ganado. Y aunque no todos lo entiendan igual, los aragoneses salimos ganando con su triunfo.
Publicado en Heraldo de Aragón el 6 de julio del 2009
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