LA VIEUX CUISINE
Según su señora, Jose Mª Aznar tiene todas las recetas para sacarnos de la crisis. Pero si echamos una ojeada a los ingredientes de su cocido prodigioso, resulta que son altamente estomagantes para los trabajadores y tienen un sabor rancio y caduco. El flamante presidente de las FAES, acompañado (!Oh sorpresa!) por un ministro de Berlusconi, ejerció de portavoz del empresariado para intentar hacernos digerir el despido libre como la panacea que terminará con el desempleo. El recetario milagroso de Aznar no puede sustraerse de su origen en el liberalismo más radical. Esa escuela culinaria que ya practicaron Reagan o Margaret Thatcher y cuyo chef estrella es el premio nobel de economía Milton Friedman es, en su descarada defensa de los ricos y poderosos frente a los pobres y vulnerables, la responsable del envenenamiento financiero que ha puesto patas arriba la economía mundial. Pero eso no frena en su discurso al intrépido ex-presidente que, sin miedo a pringarse hasta los codos en la harina neocon, nos quiere hacer pagar a los proletarios la cuenta del banquete de sus amos. Banqueros, altos ejecutivos y empresarios sufren las consecuencias del empacho que no les permite seguir devorando los recursos y riquezas del planeta al bulímico ritmo acostumbrado. Pero Aznar, siempre atento a sus glotones comensales, ha decidido que una buena purga usando como emético una reforma laboral, aliviará sus orondos vientres para que puedan continuar con el festín. Quizás no haya tenido en cuenta que tanta voracidad acabará con toda la despensa universal. O quizás sí y le importe un bledo, porque en su cabeza perpetra retornar a la vieja gastronomía antropófaga sazonada con la desigualdad e injusticia que siempre ha prodigado en su cocina. Pero que tenga cuidado don Jose Mª porque algunos de nosotros, asqueados del olor a la bazofia que se cuece en sus pucheros, nos estamos volviendo altamente tóxicos y además, no somos proclives a dejarnos hincar el diente sin mellar la perfecta dentadura de los que pretendan devorarnos.
Publicado en el diario Público el 24 de abril del 2009
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