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EL MONO AGORERO

EL MONO  AGORERO
Pudimos verlo en los informativos unos días antes de las elecciones estadounidenses. En China, un mono feucho, que debe ser la versión asiática de Sandro Rey, escogía besar apasionadamente el retrato de Donald Trump antes que  el de Hillary. La suerte, en este caso la peor de las suertes, estaba echada. Trump se desvelaba como el próximo líder del país más poderoso del mundo. En otros tiempos hubiéramos removido las entrañas de algún animal para vaticinar el futuro. Pero en la época de la tecnología punta, un primate es mucho más certero. A los hechos me remito.
Porque lo que es evidente es que ni los augures mediáticos internacionales ni los politólogos más reputados vieron venir la American Horror Story que se avecinaba. El pueblo estadounidense ha escogido el caos frente a la mugre conocida. Un caos que representa este personaje de reality que, amén de defraudar con los impuestos a su amada patria, hace alarde de  xenofobia y misoginia, ensalza la violencia, niega el cambio climático, quiere construir un muro que les aísle de México y es íntimo de otro sociópata de renombre, el presidente Putin.
Pese a que los grandes lobbys de la información apoyaron manifiestamente la campaña de la demócrata (Trump contaba con poco más que con la hoja parroquial del Ku-Klux_Klan) el mono dio en el clavo. Quizás porque el animalico hizo un análisis más profundo del marco geopolítico que atravesamos y  la quiebra emocional y moral que padece la sociedad actual. O a lo mejor es que Donald le recordaba a alguno de sus primos. El bicho ha declinado hacer declaraciones.
Recordaremos el 2016 como el año que votamos peligrosamente. En España reincidimos en un gobierno corrupto que desprecia a la clase trabajadora gracias, en gran medida, al voto de muchas y muchos trabajadores. En Estados Unidos, un payaso racista, machista y perturbado ha salido elegido por el voto o la abstención de un gran número de negros, latinos y mujeres. ¿Nos va la caña?
Le Pen  y Putin fueron de los primeros en felicitar al ganador. Con el resultado de estas elecciones el mundo empieza a configurar un nuevo orden. Son los otros anti-sistema. Pero ojito con pensar que tienen algo que ver con nuestros inofensivos perro-flautas. Estos aborrecen la no-violencia y se pasan por el forro los derechos humanos. Son gente pragmática, al estilo de Goebbels u otros célebres filántropos de la humanidad.
Pero es lo que tiene la democracia. Que a veces los electores se comportan como un mono kamikaze morreando la foto del candidato que puede darles matarile. Kim Jong-un se debe estar descojonando en Corea. ¡Veis para qué sirve tanta papeleta! Ahora toca esperar a ver cuál de los dos locos ( el elegido en las urnas o el investido por la gracia de su padre) pulsa primero el botón nuclear. 
Porque esa es otra. Si al final los más apocalípticos tienen razón, y estamos en los umbrales de una nueva guerra mundial, no podemos perder de vista un importante detalle. Nuestra flamante ministra de defensa es María Dolores de Cospedal. Seguro que conseguía que España participara en una simulación de guerra en diferido. Nunca hay que infravalorar un contundente golpe de peineta en el tablero de la política bélica internacional. Me la imagino llamando a Trump: Oiga, ¿es la guerra? es que el submarino nuclear que  han enviado a nuestras costas lo hemos tenido que sumergir a bombazos. ¡Ah, que era un barco con cabezas atómicas! ¡Pues no veas el estropicio! ¡La que hemos liaó Donalcito!
No se ustedes, pero en caso de conflicto me sentiría más segura si el ministro de defensa fuera el simio agorero. Ha demostrado tener más intuición que las mentes más preclaras del planeta. Y además, y que María Dolores me perdone, es mucho más mono. Puestos a palmar...

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