CANALLADAS, PLAGAS Y CHAPUZAS
Que el virus del ébola diera el salto a Europa era cuestión de tiempo. A mi profano entender, lo sensato hubiera sido desplegar todos los recursos internacionales en atacar el brote en sus focos de origen. Pero, a los hechos me remito, los países africanos afectados no son un mercado lucrativo para las grandes empresas farmacéuticas y no se consideró oportuno invertir para salvar sus paupérrimos pellejos. ¿Estamos hablando de una irresponsabilidad homicida o de algo más? Ahora, gracias a la inestimable colaboración del gobierno de España, el ébola lleva trazas de poder convertirse en pandemia dentro de la unión europea. A mí , que se me va un poco la cabeza, me da por pensar que todo esto podía ser el guión de una película de terror. Oscuros intereses económicos necesitan la implantación del virus en occidente para hacer caja. Como el proceso per se es demasiado lento, buscan la colaboración de un tonto útil. Un elemento desestabilizador e incompetente al que generar alarmas sociales se le da de perlas. ¿Quien daría mejor ese perfil que los chicos y chicas de Rajoy y sus recortadoras autoridades sanitarias? Una ministra de sanidad que podría tener un pedazo de virus del tamaño de la catedral de Burgos aparcado en su garaje sin enterarse de nada, la pobriña. Unos consejeros que desmantelan el sistema sanitario y le privan de recursos humanos ,materiales y de formación para afrontar una amenaza del calibre de la actual. ¿Qué puede salir mal? Nada. Siempre que el objetivo fuera que el ébola se nos colara como Pedro por su casa. Todo esto es ficción fruto de mi mente enferma, espero, pero la realidad no anda desencaminada. Una cadena de despropósitos y malas decisiones han culminado con el contagio de la auxiliar que atendió, voluntariamente, a los misioneros infectados. Y la espita del pánico ha petado. Escucho al consejero madrileño criminalizar a la víctima acusándola de mentirosa y torpe. A Teresa no la pueden sacrificar como a su perro. Pero usan otras técnicas casi igual de "humanitarias". Yo también trabajo en un servicio de urgencias de un hospital público. Como hicieron con Teresa, los trabajadores recibimos una charla de 30 minutos y una persona hizo una demostración de cómo ponerse y quitarse el traje. En el proceso de desembarazarse de él se tocó varias veces con la superficie que se supone podría estar contaminada. Esa fue toda nuestra formación. Ninguno más nos hemos puesto o quitado estos trajes, que no reúnen las garantías adecuadas, ni se nos ha instruido en cómo prevenir los riesgos. Si el virus entra por la puerta, los que vamos a morir, le saludaremos haciéndole la ola.
Y aquí no dimite nadie. Siempre habrá alguna Teresa a la que echar la culpa de sus criminales chapuzas. Eso, si es que alguno sobrevive a este gobierno que ha resultado experto en el control de plagas. Las engorda que da gusto. Ya hablemos de plagas de parados o de virus mortales, no hay quien le ponga la pierna encima a estos peperos. Cuando dicen: ¡A exterminar! dan un paso adelante. Son profesionales. No hay más que ver lo rápida y eficazmente que han exterminado nuestros derechos laborales y sociales. Con el ébola, no podían hacer menos.
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