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MUJER CONTRA MUJER

MUJER CONTRA MUJER
El machismo, como la estupidez o la mala entraña, no son un patrimonio exclusivo del género masculino. Si algo nos hace iguales a todos los seres independientemente del sexo, raza o condición es nuestra capacidad infinita de perpetrar normas y cortapisas contra la libertad del prójimo amparándonos en entelequias religiosas o morales. Ana Mato, por ejemplo. Ministra de Sanidad y presunta fémina. Pretende abolir el derecho a la reproducción asistida pública a otras mujeres por el hecho de estar solteras o ser lesbianas. A simple vista, es lo que parece: una vulneración de la Constitución que establece que no se nos puede discriminar por cuestión de sexo o estado civil. Pero es mucho más. Es otra muestra del desprecio que este gobierno siente por los derechos de las mujeres y su libertad reproductiva. Las chicas del PP, lesbianas o no, encajan de maravilla en el ideario patriarcal de su cuchipandi. Ellas han mamado su feminidad del catecismo de doña Pilar Primo de Rivera, al menos cara a la galería. Son sumisas frente a sus esposos y nunca les incomodan con preguntas impertinentes del tipo: ¿de donde ha salido este jaguar churri?. Saben estar dentro del armario y apañar una boda para cubrir las apariencias. Como dios manda. Y sí, también son madres solteras y recurren a la reproducción asistida como la Cospedal o Alicia Sánchez-Camacho. Pero pagando una clínica de postín. Con dinero, las transgresiones morales se volatizan. Las mujeres peperas se mueven como sirenitas en el agua de esta doble moral. Saben que están a salvo de las agresiones que su partido propina a las otras mujeres. Ellas son de otra pasta. En realidad, ellas son las mujeres de la pasta del Gürtel y la España rancia que chorrea cera por el ojete. Están contra nosotras porque, efectivamente, pertenecen a otro género. Como dicen en mi tierra, al género tonto.

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