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"LA PEINETA EN LLAMAS"

"LA PEINETA EN LLAMAS"
Este verano tórrido y seco es un caldo de cultivo excepcional para las llamas. Las hay de todo tipo. Fuego real que avanza devorando nuestros frágiles ecosistemas. Calcinando la vida que encuentra a su paso. Fuego cruzado entre clases sociales. Criaturas y bosques carbonizados por la verborrea inflamable de las zarzas ardientes institucionales. Pirómanos que alimentan el incendio abrasando la esperanza de la gente. Despidiendo a los bomberos mientras España entera arde por los cuatro costados.
Cañete se va a los toros. El ministro de agricultura no tiene cuerpo para andar recorriendo los cientos de miles de hectáreas arrasadas. ¡Con este calor! Opta por una localidad de sombra para pasar la tarde entregado a la orgía de sangre y arena de la plaza. Una evasión propia de su delicada naturaleza. Sensibilidad de la que da muestras de nuevo al declarar que quizás se podría hacer más para combatir los incendios, pero que no hay dinero para eso. Para salvar nuestro patrimonio natural e intentar desacelerar los rigores del cambio climático ni flores. Pero hay patrimonios y patrimonios. Y puestos a escoger, los de la cuerda de Cañete tienen debilidad por otros que denominan culturales. Como la tauromaquia. Esa entrañable fiesta nacional, subvencionada por el erario público, que es una pura exaltación de la crueldad y la muerte más acorde con nuestra herencia tradicional. Al fin y al cabo. ¿Para qué necesitamos árboles? Una vez que no quede ninguno se acabaron los incendios. Ya saben, muerto el perro...
En eso debe ¿pensar? la presidenta de Castilla-La Mancha al poner de patitas en la calle a 680 bomberos forestales. Para qué derrochar el dinero público en extinciones si ya casi no queda matojo sin quemar. Y es que a la Dolores (De Cospedal) no le gana nadie a austeridad. Es capaz de recortar seres, objetos o conceptos con eficacia quirúrgica. Todo menos sus untuosos honorarios. Solo una cosita más. La mantilla que luce la Cospe cuando se disfraza de manola, ¿es ignífuga? Porque su sola presencia hace saltar chispas. Y si una de ellas prende y se hace fuerte en su peineta ¿quién quedará para sofocar la combustión de la presidenta? Conmigo que no cuente.

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