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RESISTIR Y LUCHAR

RESISTIR Y LUCHAR

La reforma laboral es la ofensiva más encarnizada del capital en su guerra unilateral contra la clase trabajadora. Este gobierno que no pensaba postrarse de rodillas, saca el pecho de macho camacho para seducir a la Troika. Si la nueva trinidad pide sacrificios, el equipo de Rajoy no piensa escatimarlos. Saben perfectamente que la Bestia, ese engendro fruto de la cópula entre la banca y la patronal, es el auténtico Caudillo del Nuevo Orden Mundial. Para complacerlo arrojarán a sus fauces el estado de bienestar, nuestros derechos laborales, sus promesas electorales, la soberanía nacional y la escasa vergüenza que se les presume.
Y, por si no fuera poco, intentan persuadirnos de que nuestro descabelle es inevitable y de que no vale la pena el pataleo. Pues ya me disculparán las comadres y compadres de Mariano, pero servidora disiente enérgicamente.
Por supuesto que existen opciones. Pero para ponerlas en práctica hay que ser valiente y muy patriota. Dos cualidades que no abundan entre las prietas filas peperas. Confunden el valor con la provocación macarra. Insultando al personal con su chulería de matones de patio de colegio. Soltando falsedades como puños para justificar su felonía. Obviando antipatrióticamente su obligación de perseguir el fraude fiscal y la evasión de capitales. Inyectando 10.000 millones de eurazos a la Iglesia católica desde las arcas de nuestro aconfesional estado. Anteponiendo telúricos intereses financieros a los intereses legítimos de sus compatriotas.
La oposición tampoco se destaca por su gallardía. Votaron contra la reforma, vale. Es fácil ponerse gallito cuando eso no cambia nada. Pero la dación en pago,¡ay!. Mejor nos abstenemos. El PSOE no sabe, no contesta respecto a una injusticia social de primero de catón de la ideología de la izquierda. Se declara apolítico y, por ende, adorador de la misma Bestia que sus alternantes en el poder. Por cierto, ¿por qué no podemos conocer lo que adeudan los partidos políticos a los bancos?
Las cosas están como están y nosotros, la chusma proletaria, vamos de derrota en derrota sin conseguir crear un frente de izquierdas potente que lidere nuestra causa. Hay que asumirlo, la clase trabajadora está sola, fané y descangallada. Pero aún no estamos muertos. Nos bombardean a discreción. Aquí no hay ruido de sables. Está claro que es un genocidio planeado. Nos toca resistir. Pero no en silencio y resignados. Debemos luchar y organizarnos. Desmontar las falacias del sistema y enfrentarlo a cara perro.
 Movilizarse es importante digan lo que digan sus voceros. Ha sido nuestra mejor baza para conseguir los logros que tan grácilmente hoy perdemos.
No les sigamos el juego. No nos representan.

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