LOS COMPADRES DE VLAD
La referencia para crear al vampiro más famoso de la literatura universal, el conde Drácula, se tomó de un personaje histórico real. Un príncipe de Valaquia conocido como Vlad el Empalador por su afición, como se puede deducir, a empalar a la gente. Y mientras disfrutaba del espectáculo, según cuentan las crónicas de la época, saboreaba el pan que previamente había remojado en la sangre de sus víctimas. Personalmente, a mí me acojona mucho más que la criatura de Stoker. Me pasa un poco lo mismo con los banqueros. Su crueldad excede la del vampiro de ficción y le da una vuelta de tuerca a su aspecto más diabólico. Inmunes a los lejanos cantos de sirena que reclaman justicia social se reparten el botín en nuestras patéticas narices. Remojan su millonario pan de bonus para altos ejecutivos en la tibia sangría de desahuciados por impagos. Más de 300.000 familias que quedarán en la calle a lo largo de este año arrastrando una deuda que les deja uncidos a la miseria. Un abundante caldo que nutra el obsceno festín de las sanguijuelas hipotecarias. Porque como pasaba en los tiempos de Vlad, la justicia, o mejor dicho la injusticia social, es la que a ellos les salga de sus voraces entrañas. Ni gobierno ni oposición están dispuestos a empuñar ninguna estaca. Lo más, una rama de olivo para cantarles "osanas" a todos sus desmanes. Deben estar tan asustados por la perversidad de estos elementos que deciden abrazar al maligno y renunciar a todos sus principios éticos, si es que un día los tuvieron. Por eso no apoyan la iniciativa de cambiar la hipoteca por el piso. Sería un menor aporte de hemoglobina para sus compadres. Que casualmente son los mayores responsables de que estén así las cosas. Sin duda les han abducido clavándoles sus afilados colmillos. A la hora de votar al PP o al PSOE reflexionen sobre todo esto y decidan si no estarían más protegidos rodeándose el cuello con una buena ristra de ajos.
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