PATRULLAS CONTRA LA MISERIA
Podría ser cualquiera de nuestros seres queridos. O nosotros mismos. La vida, como el tango, está llena de cambalaches y giros inesperados. Hoy eres un tipo "normal" con un contrato fijo y el futuro por delante. Y mañana, a causa de una enfermedad, la pérdida del empleo o una crisis generada por la ambición voraz de los mercados, tu destino se tuerce. Pasa constantemente a nuestro alrededor. El crímen social que los especuladores financieros perpetran contra el pueblo está dejando un reguero de víctimas entre los sectores más vulnerables de la sociedad. Cada vez es mayor el número de españoles e inmigrantes que comparten situaciones desesperadas. La miseria, ya se sabe, ofende la sensibilidad de algunos respetables ciudadanos. Es sucia y antiestética. Es normal que produzca repulsión. No tiene nada de glamour dormir entre cartones o en un cajero automático. Pero al contrario que los miembros de las patrullas de Triana, que acosan a los desheredados del sistema para barrer la pobreza hacia otro lado, a mí se me ocurre organizar patrullas ciudadanas contra otras clases de miseria. Como yo lo veo, son otros los responsables de la legión de parias que tanto indigna a los patrulleros sevillanos. Gente fina que camufla sus efluvios de depredador a fuerza de fragancias exclusivas. Con trajes bien cortados y sonrisas congeladas. Banqueros tan poderosos que salen impunes de sus delitos y encima ordenan azotar a las víctimas de su saqueo. Un pelotón de políticos implicados en procesos de corrupción que, lejos de ser separados de sus cargos hasta dirimir el caso, se presentan de nuevo a bombo y platillo, como servidores ejemplares. Grandes empresarios que ponen sus fortunas a buen recaudo de las arcas del estado con la complicidad de las entidades financieras. Esa es la verdadera basura que ahora apesta las aceras de Triana y de toda España. La que hay que erradicar para sanear el aire. Esa, y las mentalidades miserables de alguna gente que hostigan al eslabón más débil porque son tan cobardes que les faltan redaños y cerebro para dirigir su ira contra los auténticos culpables.
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