DUEÑOS DE SU DESTINO
Algunos pueblos no tienen la paciencia suficiente para esperar a que el tirano se les consuma de puro viejo en su cama. No aguardan a su muerte, como hicimos nosotros con el Criminalísimo. Asumen las riendas de su destino y cambian el rumbo de la historia. A los hermanos egipcios les espera ahora un proceso delicado, lleno de trampas políticas y religiosas. Una transición tutelada por el ejército y bajo la supervisión de las mismas potencias democráticas que, hasta hace dos telediarios, agasajaban al hoy derrocado sátrapa. Probablemente no será fácil. Pero los egipcios nos han dado una lección del poder de la voluntad inquebrantable de los pueblos. Nos enseñan que es posible acabar con un sistema cruel e injusto a fuerza de determinación, valor y métodos pacíficos. Mientras se extiende por todo el norte de África este festival de sed de libertad, jazmines, flores de loto y papiros, los occidentales no parecemos ver más allá de nuestros propios miedos. Eso mismo, el miedo a que el integrismo islámico gane terreno, nos convirtió en colaboradores de regímenes liberticidas como el de Mubarak. Pero no se calcularon bien los límites de la represión y la miseria. Ahora les corresponde el turno a los oprimidos. Pueden equivocarse, pero también es posible que vuelvan a demostrar su madurez diseñando una sociedad más justa y plural. Teniendo en cuenta que nuestro intervencionismo político ha resultado tan pernicioso, ¿no sería más prudente abstenernos de participar en su proceso? Sobre todo si tenemos en cuenta que nosotros, los pretendidos estados democráticos, no tenemos los bemoles de manejar las riendas de nuestro propio destino y las dejamos en manos de especuladores y codiciosos mercaderes.
Publicado en el Diario del Alto Aragón
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