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NO PIERDAN DE VISTA AL BOSQUE

NO PIERDAN DE VISTA AL BOSQUE

No se si habrán advertido que vivimos en una sociedad hipócrita que se basa en mantener la supremacía de la élite, a costa de la injusticia que se administra a los que se considera "subordinados". Es tan obscena la ética de este sistema, que permite la proliferación de una gran variedad de psicópatas emocionales, abriéndose paso a codazos, para ser los portavoces de los mandados del lado oscuro. Tenemos un poco de todo en la fauna nacional. Pero hoy nos vamos a centrar en un tipo que, pese a su vergonzoso y delictivo pedigrée empresarial, se cree con autoridad moral para insultar a los cuatro millones de parados, y a todos los trabajadores de este país, con la síntesis, en pocas palabras, de los designios de la "cuchipandi" que representa: Tenemos que trabajar más y cobrar menos. ¡Albricias! Por fin hablamos claro. No ha tenido mucho tacto el señor Ferrán, fiel a su estilo hasta el final, pero define meridianamente las intenciones que la clase empresarial, en general, tiene para todos nosotros. Su magistral plan para institucionalizar la esclavitud con el tácito consentimiento de los futuros esclavos. Esa es la esencia de lo que, tan sincera y torpemente, ha manifestado don Gerardo. Lo ha expresado con una simpleza casi pueril. Eso es algo propio de las personalidades que nunca han ejercitado la conciencia. Andan laxos en el tema y el subconsciente les delata consiguiendo que se les afloje la lengua. Pero no nos engañemos, aunque el mensajero sea un personaje esperpéntico y acabado, el mensaje tiene absoluta vigencia. No debemos obcecarnos con los árboles, cuando la verdadera amenaza anida en el terrorífico bosque que esconden. Y en este bosque empresarial, detrás del histriónico arbusto del señor Díaz-Ferrán, hay una bandada de buitres carroñeros que babean por devorarnos. Que no solo comparten la filosofía de su todavía presidente, sino que ponen todos sus esfuerzos en que esto sea así. Solo tienen un pequeño problema de marketing a la hora de escoger a sus representantes. Pero el momento que vivimos es tan descaradamente grotesco que parece que todo vale. ¿Para qué andar con disimulo? Yo se lo agradezco a don Gerardo. Espero que tras esta declaración de guerra de clases, los "subordinados", tomemos conciencia de lo que se nos avecina. Que debemos actuar con dignidad y disciplina  para defendernos del tenebroso bosque desde el que, orates y bufones, nos susurran abiertamente sus consignas. Esa debe de ser nuestra lectura. Por su seguridad, no pierdan de vista el resto de este silencioso bosque.

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